15 Jun, 2014

De enterradores y analistas

La vida nos va enseñando, a medida que los años pasan, a analizar los sucesos con más serenidad y equilibrio, nos permite observar con más frialdad y buscar las soluciones más que regocijarnos en los problemas. Por mi condición de español, este artículo debería lanzar dos bombas atómicas sobre la realidad, destruir a quienes no han podido ganar un partido y poner nombres y apellidos a la media docena que hoy jubilarían las barras de los bares. Sin embargo, preferiré ceder a otros el papel de enterrador pues no es algo que me agrade, del mismo modo que, en otros momentos recientes de la historia del fútbol español, tras ganar Eurocopas y Mundial, eludí ejercer de adulador. Holanda ganó con justicia y esta es la realidad incuestionable. En periodismo, los hechos son sagrados. También las opiniones son libres. Resulta veraz que la Selección Española ha ganado crédito y respeto en las últimas seis temporadas. Está bien dirigida por Vicente del Bosque, Tony Grande y Javier Miñano, que utilizan una metodología inteligente de liderazgo compartido. Ha perdido un partido que ofrece muchos matices y múltiples interpretaciones pero que no puede permitir evadirse del juicio de los errores. A mi modesto entender, el Mundial puede ser juzgado cuando termina la participación en el campeonato. La valoración serena y objetiva sólo puede llevarse a cabo en un marco diacrónico. El periodista cotidiano vive en lo sincrónico. El día a día obliga a posiciones más radicales. Dejemos la vida seguir mientras se corrigen fallos, pues errare humanum est, y se buscan nuevas vías hacia la victoria. El aspecto lúdico del fútbol obliga a aceptar la derrota como parte natural del juego. La circunstancia es que España se había acostumbrado a no conocerla. Entiendo que la Selección, pendiente de su punto clave en la recuperación inmediata del balón, sabrá reaccionar y volver al camino que le resulta más familiar. Si pierde, si perdemos, habrá que proceder a otro análisis pero sólo cuando esté consumada su realidad. Por ahora, se ha puesto difícil y, sin embargo, no ha hecho más que empezar. Me quedo con el titular inteligentísimo de ayer de mi compañero de páginas en LA VOZ, Xurxo Fernández: “Un partido para recordar”. Será la única manera de que no vuelva a suceder. Y, mientras tanto, cedo con gusto la función de enterrador a aquellos que tienen opinión, y lugar donde expresarla, aunque no tengan criterio, es decir, capacidad de reflexión sobre la base de una idea.