25 Jul, 2011

Alberto Contador

Sólo él sabe lo que ha vivido y sufrido. Guardo  la certeza de su inocencia y capacidad, sigo creyendo que su dorsal natural es el “1” y su color el amarillo, el rosa, el del líder.

Luce la etiqueta del más grande aunque terminase fuera del podio. Han ido a por él, a destrozarlo, a eliminarlo. Y aun así, ha sacado fuerza y ganas, ignoro de dónde, para disputar un Tour que no merecía su presencia. Contador pertenece a esa especie de hombres que predica la humildad con el ejemplo, que basa su vida en el sacrificio y en el trabajo, que lucha por alcanzar las mejores metas de un atleta. Una existencia dedicada al deporte más duro, más cruel y, quizá, más injusto porque sólo gana uno. Los demás sólo son gregarios.

Alberto ha luchado contra la ignominia de verse tildado de tramposo cuando, en verdad,  ejerció de campeón. Nos hemos acostumbrado con demasiada naturalidad a la difamación  cuando merecemos una sociedad más respetuosa, una democracia más justa y una aplicación más racional del ordenamiento jurídico.

Contador ha sufrido los daños de la carretera, sus caídas en el Giro, las lesiones y un linchamiento judicial en instancias deportivas, debidamente aireado por unos medios de comunicación parciales, subjetivos e interesados. Su defensa ante el TAS, argumentada y fundamentada en Derecho, le hará ganar la carrera más importante de su vida. En este Tour 2011, subió al podio del cariño, del afecto y la admiración de su país. El maillot está en Suiza. El más difícil de su vida. Rezo para que lo gane.