La semana está marcada en rojo en el calendario desde que se supo que el próximo fin de semana se juega el primer Barça-Madrid de la temporada. Los dos equipos ofrecen amplias novedades en relación a años anteriores. Nuevos entrenadores, nuevos futbolistas, grandes estrellas recién incorporadas y un aire de paz que se agradece.
La designación de Alberto Undiano Mallenco aporta un clima de serenidad y seguridad que permite pensar en que, en verdad, ganará el mejor. Resulta difícil hablar del árbitro cuando pita este joven y culto navarro a quien aprecio muy sinceramente desde que dirigía partidos en tercera división. Recuerdo haberle pedido su camiseta para cuando ascendiese a primera y cumplió su palabra. La conservo con cariño junto a la de
Roberto Rosetti y la que el mismo Undiano lució en el Mundial de Sudáfrica. Fetichismo.
Un Barça-Madrid significa espectáculo garantizado, pasión desbordante, emociones incalculables y discusiones de barra de bar que, de un tiempo a esta parte, se televisan con nocturnidad y premeditación. Es cierto que el Barcelona es más que un club pero no lo es menos que el Real Madrid es el Club entre los clubes. Representa la fundación del fútbol, de la Copa de Europa y las vitrinas repletas de historia.
Uno es elaboración, el otro ataque directo; uno es música clásica, como si tocase la Filarmónica vienesa en la Golden Halle; el otro es un concierto de rock en Central Park, como si volvieran los Rollings. El Barça juega con pajarita y el Madrid viste de ejecutivo moderno y agresivo. Dos estilos, dos ciudades, dos Españas que, como decía Machado, han de helarte el corazón.