Cholo Simeone mantiene al equipo en la élite con una dosis de tenacidad y aplomo que hacen pensar en un alto grado de seguridad y fiabilidad del proyecto rojiblanco. No sólo responde a la eficacia de su medio campo y la enorme puntería de sus delanteros, futbolistas todos ellos de gran calidad, o al gran bagaje defensivo que nace de un guardameta joven y experto.
El Atlético de hoy, independientemente de su clasificación final, es el producto de una palabra escasa: criterio. El fútbol, como todo, responde a una idea. El mundo y las sociedades viven a partir de una idea. El club ha establecido la suya y, a partir de ella, la planificación y sus actuaciones deportivas, económicas y humanas sobre la base de un criterio claramente definido y asentado en los pilares fundamentales del club.
El éxito del Atlético no es fruto de la casualidad ni del dinero, que suele escasear, sino de la modernización de estructuras y de la adecuación de los planteamientos empresariales a un mayor rendimiento deportivo. Parece obvio que la elección del director técnico ha obrado el milagro de la recuperación de los valores tradicionales de la institución. Simeone no solo ofrece sus conocimientos futbolísticos, incuestionables, sino una serie de aportaciones añadidas, como su personalidad y sus implicaciones históricas en la genética rojiblanca.
El club y, en consecuencia, el equipo tienen un camino, una meta y un plan para llegar al final. Sus últimos triunfos nacen de la idea que estructura la sociedad. Por eso, siendo importantes todos los futbolistas, las victorias proceden del pensamiento y la reflexión acerca de las decisiones.