30 Ene, 2012

Dani Montesinos

Lo conocí por casualidad. Fue un regalo de los muchos que me hizo Barcelona y lo fiché para mi equipo. Venía de la mano de su inseparable Mark Casanova. Apenas tenía un cuarto de siglo y mostraba los valores de este grupo de periodistas que tanto me ha enseñado, los periodistas nacidos en democracia. Fue un trabajador honrado, dedicado a su profesión, y nos ofreció sobradas muestras de ello durante noches inolvidables en el Camp Nou, eternizadas después en conversaciones por calles barcelonesas.

Dani trabajaba con idéntica ilusión en el baloncesto, en el fútbol, en la radio o en la televisión. Era periodista. Esta pléyade de excelentes chicos multimedia ha refrescado el aire de la profesión, huyendo del juego sucio para levantar orgullosos la bandera del juego limpio. Montesinos aprendió de grandes amigos y compañeros, a quienes aprecio por su recorrido, como Javier de Haro, Manolo Segura, Eduard Berrahondo, Chus Carrillo y tantos otros. Sé que Felipe del Campo llora detrás de un folio y que La Sexta, Marca TV y Gol Televisión, la cadena parida por José Joaquín Brotons, otro de sus profesores, sienten un vacío aterrador. Andrés Iniesta, su amigo entrañable, se entristeció en Twitter.

Vanesa, su viuda, podrá educar a sus pequeños Ivette y Mario, de apenas dos meses, en el recuerdo de un padre maravilloso, ejemplar como compañero, modélico como discípulo, formidable como periodista. Sus hijos crecerán orgullosos de él. Tristemente,  nunca podremos explicarles por qué la vida fue tan injusta con ellos.  Con todos.