La Selección Española rindió de forma impecable y superó todas las dificultades, que crecen cada día. Jugamos como siempre y entrenamos a puerta abierta. No escondemos el talento.
Del Bosque fue dura e injustamente criticado por sus planteamientos tácticos. Lo defendí a muerte porque lo veo trabajar a diario. Siempre sabe bien lo que escoge y por qué y, aunque todos podemos equivocarnos, él no lo hizo. Erraron sus críticos; unos desde la honradez, otros desde el espíritu sobrecogedor de plumas de alquiler, hoy tan baratas. A los honrados, gracias; a los sobrecogedores, ignorancia. A los inductores, desprecio.
El fútbol moderno admite todos los planteamientos y Vicente eligió el que concede protagonismo al balón, a la posesión como sistema defensivo y a la velocidad más la precisión como armas de destrucción masiva. Movimiento cerebral. España lo bordó porque la táctica delbosquiana era ésa. Cuando había que tener un “9” en el puesto del “9”, aparecía. Cuando no hacía falta allí, trabajaba en otras zonas. Y adiós al debate del nueve, debate para aburridos.
Vicente hizo lo correcto y sería correcto aunque hubiéramos perdido. Acertó en casi todo y, en aquello que no salió bien, supo corregir al instante. Sabiduría y conocimiento. Humildad e inteligencia. Por encima de todo, es un entrenador extraordinario. Ganador repetitivo jugando a su manera. Ojo, España no juega como en 2008. Ha cambiado muchas cosas. Reflexión. Del Bosque presenta el mejor palmarés de la historia. Hoy es el mejor entrenador del mundo. Respeto.
Casi nada hay tan bello como las calles de España cuando pasea el autobús rojo de la felicidad, el de los campeones de todo.