16 Feb, 2014

Ejemplos para la juventud

El fútbol nos ofrece un mundo maravilloso, una fábrica de ilusiones y realidades que abarcan los sentimientos más profundos y las esencias más bellas del juego y la competición. Cada equipo representa una ciudad, un pueblo o una nación. Cada balón es una mariposa que se enfunda la camiseta de cientos de miles de personas y perfuma el aire con de un aroma de perenne primavera. Es un buen ejemplo para nuestra juventud, que ha nacido inmersa en la vanguardia de las tecnologías, en el seno de un mundo nuevo.

Sin embargo, este bellísimo paraíso encuentra, como la Luna, una cara oculta que cada día se va haciendo más visible. Y no depende tanto de los ciudadanos de a pie como de quienes se ocupan de la administración de justicia.  Si los habitantes de este maravilloso país, que es España, comienzan a advertir que las conductas perversas, las que esconden movimientos ocultos de dinero ajeno, que las malas gestiones económicas y financieras que proceden de la sinrazón y la locura egoísta de quienes se creen dueños del planeta sin serlo de su propia conciencia, quedan impunes  ante los tribunales, estaremos sembrando el caos. Porque si los responsables de esta cultura del pelotazo, la opacidad, el nepotismo, el amiguismo y, en definitiva, el saqueo no tiene castigo ni reproche judicial, a pesar de las atrocidades jurídicas que han perpetrado, el ejemplo que se transmite es que todo vale y que, si uno puede delinquir gratis, los demás también.

Corresponde a los jueces esta labor difícil de declarar culpables a los culpables y poner a cada uno en su sitio adecuado, en el lugar merecido. Gozan de una legislación que les permite exigir esas responsabilidades, determinar las culpabilidades y demostrar a los ciudadanos honrados que no son ellos los tontos del pueblo porque, sencillamente, no roban sino que son los modelos a seguir. Necesitamos premiar la rectitud para diferenciar a los honestos de los golfos.

Cada vez que repaso Ley Concursal, no puedo evitar una sensación de tristeza. ¿Ya no quedan valientes a este lado del Misisipi? La sociedad necesita recuperar los valores que ha perdido, valores morales que resultan cimientos fundamentales para la convivencia democrática. Si paseando por las calles, me cruzo con uno de estos golfos, porque sigan  campando a sus anchas, no tendré más remedio que recordar a un tal Pacheco, que fue alguna vez alcalde de Jerez. Y no me gustaría. Mientras tanto, me quedo en el fútbol de Peter Pan, el que siempre nos lleva al País de los Sueños. Por la juventud que viene.