2 May, 2014

El respeto y el racismo

España no es un país racista ni xenófobo ni lo es la sociedad española a pesar de que, dentro de ella, vivan algunos sujetos a los que el acaloramiento de una situación concreta o su destrucción intelectual pueda llevar a la comisión de actos de esta naturaleza.  En España hay delincuentes, gente que roba, viola, asesina, trafica con drogas o armas o personas y no por ello seremos justos si pensamos que somos un país de delincuentes. La violencia, el racismo y la xenofobia están tipificados como delitos en el ordenamiento jurídico español, con una ley específica, y sucesos aislados no permiten observar en ese conjunto una actitud condenable.alves-comien-platano

Recuerdo que a Luiz Pereira, hace ya muchos años, le lanzaron una naranja. Se detuvo, la peló con sus manos y se paseó por el césped mientras mordía alegremente la fruta con la que alguien pretendió insultarlo. El problema es otro y no radica en que un puñado de enajenados imite el sonido de los monos o un descerebrado lance un plátano a un deportista de color. El mal no habita en el fútbol que, sencillamente, amplifica estos actos por su repercusión mediática. Estas situaciones son claramente reprobadas por toda la sociedad española. La cuestión es de cultura y de educación.

Las campañas de la UEFA, por ejemplo, piden respeto para aquellos que pueden ser objeto de estas barbaridades pero no gozan de capacidad para implantar en el sistema educativo la cultura de la dignidad de los seres humanos. Nadie tiene que respetar a otro por su color de piel, sus hábitos religiosos o sexuales. El respeto nace de la dignificación del ser humano,  de la propia persona, al margen de sus características raciales, políticas, religiosas o de cualquier otra naturaleza. La solución requiere mucha más profundidad que una campaña en los medios o en los partidos en la que solicitemos respeto. No es cuestión de respeto sino de dignidad.

Un  espectador que lanza una bengala, un plátano o cualquier objeto al campo de juego no es suficiente para calificar a un país de racista o a una sociedad de violenta y xenófoba. Deberíamos reflexionar sobre lo que estamos sembrando en las aulas de colegios e institutos, en las calles de los pueblos y de los barrios. Dijo Mandela que la educación es el arma más poderosa cambiar el mundo y cada día recuerdo más y mejor sus palabras. Nos falta educación  en la concienciación de la dignidad de la persona. Seamos dignos y existirá el respeto.