Sucedió hace unos días, con motivo de la visita del Real Sporting a Madrid, del mismo modo que sucede cada semana con otros equipos. Los seguidores, españoles o extranjeros, saben bien dónde se cita el ambiente del futbolerismo. El Asador Donostiarra es cita obligada para todos los aficionados que siguen a sus equipos cuando juegan en cualquiera de los cuatro estadios de Madrid. Son conscientes de que la Casa de Pedro Ábrego, persona y personaje insuperable por naturaleza, es la casa de todos ellos. Serán bien recibidos, y atendidos, por los mejores anfitriones de la gastronomía en la capital de España.
La Escuela Ábrego, prolongada por su director general, Antolín Murias, nos muestra a sus jefes de sala en esta fotografía que da muestra de la hospitalidad y el afecto con los que se agasaja a los visitantes. Dani Ciudad, Antonio Martín, jefe de cocina, Rita Calvo y Víctor Cal (falta Juanma que recibía a los clientes), representan el cariño y la eficacia.
El Asador, el Donostiarra, figura en el recorrido obligado por Madrid, junto al Museo del Prado, la Puerta del Sol, La Cibeles, la Puerta de Alcalá, el Reina Sofía, el Thyssen o vetustas calles del Viejo Madrid…
Profesionales excepcionales, personas extraordinarias, amigos que te recuerdan de un año para otro y que te esperan cuando saben que tu equipo llega a esta ciudad abierta, solidaria, integradora, que aspira a ser, también, olímpica.
Las personas que vivimos el deporte nunca podremos agradecerle de forma suficiente el enorme trabajo que el Asador Donostiarra hace por los seguidores, por los deportistas y por la propia capital de España. Y comer mejor que en sus mesas resulta cuestión imposible. No en vano, el profesor Luis Moser-Rothschild bautizó el lugar como “El Templo”. Razón le sobra.