Hace algunos años que escribí un artículo sobre él, mucho antes de mantener mi relación profesional con la RFEF que él presidía, Se titulaba “El tonto”. Algunos periodistas lo calificaban así, a Villar me refiero, y otros se limitaban a decir simplemente que era “una buena persona”, antesala de lo otro, sin duda. En aquel texto, firmado en la última página de Marca en junio de 2002, se narraba la historia de este singular personaje. De ambas cosas puede presumir, de singular y de personaje y no olvidemos que para ser personaje, antes, hay que ser persona.
Hoy, recién elegido para cuatro años de mandato, sin opositor alguno y con cerca del 90% de los votos a favor, Villar Llona acredita una serie de cualidades humanas y políticas que nunca le han sido reconocidas. Porque sus triunfos electorales, seis consecutivos, no se producen al estilo de las repúblicas bananeras centroamericanas, antes bien, se sustentan en trabajadas campañas electorales, en contactos con los votantes, en preparación profesional de las Asambleas y en un trato extraordinario al mundo del fútbol, en general, y al fútbol modesto, o fútbol-base, en particular, incluido el fútbol femenino. Villar Llona no gana las elecciones el día que se vota. Gana durante cuatro años mientras los demás, sus más destacados opositores, pierden el tiempo en generar negocios a costa del fútbol o en intentar desbancarlo por caminos equivocados. Ese ha sido, entre otros, el error de algunos miembros de alta responsabilidad en la Liga Profesional, que llegaron a creer que almacenaban tanto poder como para tumbar a Villar. Craso error de ambos. Mal cálculo de fuerzas. Idéntico error de algunos medios de comunicación que aún no han entendido que la gente del fútbol, mayoritariamente, quiere a Villar Llona. Vamos, que no se trata de un referéndum nacional en el que vota la calle. No. Vota el fútbol y sólo el fútbol del mismo modo que en hípica vota la hípica y en baloncesto el baloncesto. No hay unas elecciones generales en las que todos los españoles podamos elegir al presidente de la Federación de Baloncesto, por poner un caso. Que, por otro lado, sería una pesadez eso de tener que elegir a todos los presidentes de todas las federaciones. Con Ángel Villar sucede al revés, que quieren echarlo desde distintos lugares pero lo vota el fútbol. ¿Dónde reside la democracia? ¿En respetar los votos y a los votantes o en expulsarlo del fútbol porque a cuatro señores, contados señores, les apetece? Pericles lo tendría claro.
Pasaron los tiempos en los que un periodista ponía o quitaba presidentes. Pasaron los tiempos en los que un Gobierno firmaba decretos para que no pudieran presentarse los que llevaban tres legislaturas. Pasaron, en definitiva, los tiempos de la falsa democracia. El ordenamiento jurídico que regula actualmente el proceso electoral del fútbol procede la Ley del Deporte de 1990 y, de forma más concreta, de la Orden Ministerial ECI/3567/2007, de 4 de Diciembre por la que se regulan los procesos electorales en las federaciones deportivas españolas. “Buena ley- decía Rafael Cortés Elvira, uno de sus padres-, cuando ha sobrevivido a todas las de su época en materias similares”.
Con esta legislación, aprobada por todos y aplaudida por todos hasta el punto de exigir el cumplimiento de lo ordenado por el Consejo Superior de Deportes, nadie se ha atrevido a enfrentarse a Villar. ¿Por qué? Porque no son gente del fútbol sino sujetos circunstanciales que hacen dinero a costa del fútbol.
El fútbol está integrado por diversos estamentos que gozan todos ellos proporcionalmente de representación en la Asamblea. Todos han votado a Villar, con excepción, a mi modesto entender, del sindicato AFE, en el que Gerardo González Movilla viene haciendo de un tiempo a esta parte una personal estrategia individual. Creo que se ha equivocado y que ha perjudicado gravemente a su sindicato pero respeto su decisión. Me tengo por amigo de Movilla y, por ello, en mi deber de expresarme en estos términos.
144 votos de 179 posibles explican el sentimiento general del fútbol español. Villar Llona ha sido, como buen jurista fabricado en Deusto, un excelente negociador. Pasó de tener enemigos a disfrutar de personas con las que podía dialogar y planteó y aceptó la vieja máxima. Mejor un mal pacto que un buen pleito. Y de ahí arrancó para obtener un excelente pacto y evitar lo que hubiera sido un pésimo pleito. Sucedió esto cuando mucha gente del fútbol, la de verdad, la auténtica, se dio cuenta de la maniobra de una plataforma a la que primero llamaron Rosa y más tarde Para Todos. El Gobierno de España entendió la situación, comprendió las posturas de unos y otros, entendió las guerras de instrumentalización de la justicia que se han venido fabricando, y apreció el sentir general. En estos méritos de Villar Llona lo que menos pinta es la Eurocopa de 2008, conseguida de forma brillante en el Prater vienés, a la sombra de la vieja noria que Orson Welles utilizó para su filmar algunas escenas de “El tercer hombre”.
El Consejo Superior de Deportes se situó en su papel de controlador y cumplió su responsabilidad in vigilando a lo largo del proceso. Jaime Lissavetzsky, que entró tarde pero cuando entró se quedó, captó con celeridad la verdad de la historia. Fue en el mes de Marzo. El Secretario de Estado para el Deporte, y probable ministro en la próxima remodelación del Gabinete Zapatero, supo quiénes le habían engañado y dónde residía la verdad política que más interesaba a España y a su Gobierno. Por eso las demandas de Oscar Fle y Javier Tebas fueron sistemáticamente rechazadas por todos los tribunales a los que acudieron. La vieja historia de judicializar asuntos y darle bombo periodístico pasó a la historia. Los jueces y magistrados leen los periódicos, escuchan emisoras de radio y ven cadenas de televisión. No están ajenos al mundo en el que viven. Villar Llona lleva seis años siendo investigado por todos los lados: no hay ni una acusación formal contra él. Ha superado tres años sin subvención del CSD. Ha sabido administrar la Federación y dotarla de un patrimonio extraordinario, la Ciudad del Fútbol, y la admiración por sus méritos llegan de los cinco continentes. Lo quiere Blatter, lo quiere Platini, lo adora Grondona… Estamos ante le directivo español mejor considerado en el mundo entero, a buen seguro junto con Juan Antonio Samaranch. Los mejores de todos los tiempos. Mateo Alemany y compañía deberían saber esto antes de iniciar un recorrido tan poco recomendable como el que hicieron. Bien cierto es que Dios los cría y ellos se juntan.
Ángel María Villar Llona ha manifestado su idea de luchar por la consecución de la sede del Mundial de Fútbol de 2018. A mí no me sorprendería nada que, antes de esa fecha, o cerca de ella ocupara un lugar más alto en el fútbol mundial. Y no me refiero a la silla de Platini.
Ha ganado otra vez. El fútbol se felicita.