La ciudad polaca ha querido agradecer la presencia de la Selección Nacional de España en su viaje por la Eurocopa 2012 con video de recuerdo lleno de afecto. Gaspar Rosety, Director de Medios RFEF, escribe sobre la sede inicial de los campeones.
RFEF- Madrid, 16-07-2012 Gaspar Rosety.
Sólo hace un mes pero será bueno recordar que los relojes y los almanaques se estremecieron, que la ciudad se convulsionó al ritmo armónico de las grandezas y que el deporte tomó las calles por las que pasearon en otro tiempo grandes hombres como Lech Walesa, Arthur Schopenhauer o Gunter Grass. Tuvo que ser en Polonia, una de las tierras más desgarradas por las atrocidades del siglo XX, donde el fútbol mostrase una de sus más bellas obras, la España delbosquiana.
Vivimos lo cotidiano de esta ciudad, capital de la histórica Pomerania Oriental y de la vieja Casubia, desde la Plaza de Solidaridad hasta las fachadas del estadio Arena. Allí, las calles se vistieron de rojo para dar la riqueza cromática que persigue los destinos de los Campeones del Mundo. Gdansk, fundada apenas tres años antes del 1.000, ha sido cruce de culturas y civilizaciones, de pueblos que la invadieron y dejaron sus huellas en la arquitectura y en la historia.
España no podía hallar mejor escenario para iniciar su recorrido por Polonia y Ucrania, recibido por la majestuosidad del Mar Báltico y el Delta del Vístula. Ya nos advirtieron de la bondad de sus gentes, de su generosa hospitalidad, de su amabilidad para atender al forastero. Gdansk es una ciudad de brazos abiertos, de manos tendidas, de palabras gentiles y de paisajes extraordinarios, escenario de grandes luchas, de grandes inteligencias y enormes soluciones, la Ciudad Libre de Gdansk es la ciudad de la solidaridad por antonomasia.
Nos han regalado unas imágenes para decirnos “Gracias, España”. Y no podemos guardar silencio ante esta iniciativa del cariño y afecto polacos porque, precisamente, somos nosotros, España, la Selección Nacional y todos nosotros quienes deseamos dar las gracias. Gdansk será para siempre un recuerdo imborrable, un recuerdo agradecido.
Nunca dejaremos de abrir en el cajón de la memoria que allí empezamos a ser otra vez Campeones de Europa. Y al abrirlo, veremos las orillas del canal del Vístula, la sombra de un barco pirata navegando despacio hacia Sopot con su música marinera, la divertida Szanty Gdanska, la silueta de la Triciudad con Gdynia, las tiendas que venden la resina del ámbar convertidas en joyas, el brillo del atardecer báltico, teñido del mismo ocre resinoso y pulido.
Cuando ya empiece a anochecer, con esa luz tenue tan peculiar, una pareja saldrá de las puertas y peldaños de la Tawerna Dominikanska. Quizá, abrazados por encima de los hombros, caminen lentamente hacia los reflejos del mar mientras hablan de su amor, de su amor por el fútbol, como si fueran Karolj Coster y Mario Pasternac escuchando latir sus corazones a punto de ebullición. Al fondo del paisaje, se escuchará el murmullo, tal vez el estruendo, de una bandera española cruzando la línea de gol…
Gracias, Gdansk. Dziekuje, tensknie za toba.