28 May, 2012

Heidilandia

Todos los españoles coincidimos con los seleccionadores en veinte futbolistas y opinamos distinto en dos o tres. Así ha sucedido desde el principio de los tiempos. No se discuten las listas sino dos o tres nombres, bien del gusto popular o por impactos más recientes.

Aquí, en Schruns, en las faldas de bellísimas montañas verdes de crestas blancas, con el canto de los pájaros en primer plano, las ideas se serenan antes del debate. Aromas de Heidilandia.

Del Bosque no eligió sus futbolistas por datos numéricos sino por sus cualidades concretas para estas circunstancias.  Esta vez, ante ausencias dolorosas de héroes de la Eurocopa y el Mundial, ha apostado por características específicas de hombres que se complementan, unos con otros, para hacer un equipo con recursos. La relación llega trillada, cargada de horas de reflexión, sabedor Vicente de que dañaría ilusiones,  rompería esperanzas y partiría corazones; en definitiva, provocaría dolor en su propia creación, sus convocados.

Todos los que están, merecen estar. El problema, tan generoso como restrictivo, impide que vayan otros que hicieron meritos para gozar del Olimpo. Vicente ha cumplido con honestidad. Seleccionó a quienes estimó los más convenientes. Maneja conceptos y necesidades que no conocemos los demás. No convoca para ser aplaudido sino para ganar. Hasta ahora, no nos ha ido nada mal con él.

Aún en la disputa lógica de la controversia, respetemos su decisión, tan válida como cualquier opinión, pero mucho más cualificada. Del Bosque no es un Rey Mago que vaya dejando carbón a los niños. A veces, sucede que no hay regalos para todos los que se portan bien.