Hace más de veinticinco años que lo conozco y siempre hemos tenido una relación cordial y amigable, tanto personal como profesional, animada también por nuestro origen asturiano que, en su caso está cercano a la línea con Galicia. Llegó a la radio con aire fresco, ideas modernas y una sobredosis de naturalidad. Superó con honestidad una lucha interna descarnada, destinada a terminar con él, como suele suceder en este oficio. Hay quienes, además de dejar al periodista sin trabajo y a su familia sin ingresos, pretenden hacerlo desparecer de la faz de la Tierra, que es otra forma de terrorismo.
Paco supo plantarle cara al competidor externo y toreó con elegancia al enemigo interno. A cuantos le han salido al paso, ha sabido darles su sitio sin rencor, sin venganzas. Me siento muy feliz de ser su amigo, de apreciar mucho lo que ha hecho en su carrera y lo que sigue haciendo cada jornada con su “Tiempo de juego”, que es el “Carrusel Deportivo” de la vieja Ser de Vicente Marco, el que él supo refundar en 1988.
El intento de secuestro y homicidio de su esposa, Mayte, y de su hija, María, ha llenado telediarios, boletines, diarios, espacios digitales y redes sociales. La noticia resultó tan demoledora como incomprensible. En una primera reflexión, me pregunté quién podría querer hacer daño a Paco y no hallé respuesta, más aún, cuando las cuchilladas que le asestaban a él las recibían los cuerpos de su esposa y de su hija, y el corazón de todos los que lo seguimos y lo queremos. Yo quiero a Paco y lo quiero de forma diferente a la que estimo a otros compañeros, quizá porque hemos sido rivales directos, competidores mano a mano, durante más de quince temporadas y siempre vivimos cercanos en todo, con afecto y respeto, con alegría por su éxitos y su gozo por los míos. De hecho, es uno de los contados compañeros que me llaman por mi diminutivo familiar. Competidores, compañeros y amigos.
Paco González regresará a su radio enseguida, volverá a ponerse el maillot de líder y seguirá tirando del carro, animado por sus compañeros y, especialmente, por su familia. Y también por aquellos que sabemos apreciar y disfrutar sus cualidades humanas. Las periodísticas resultan harto visibles. Mi abrazo más sincero y el deseo de todos de que recuperen pronto y bien, tanto Mayte, un preciado tesoro, como María, una heroína de diecinueve primaveras. Que Dios los proteja.