Desde que sigo a la Selección, este es el equipo más humilde, sencillo y cercano que he conocido. La derrota contra Suiza jamás engarza con la vanidad o la soberbia. Dicen que el halago debilita pero sólo debilita al tonto o sirve la frase de excusa para aquel a quien molesta halagar y desea ser halagado. Esa expresión no encuentra valor en un equipo que ha recibido los elogios merecidos por buen fútbol, resultados y espectáculo.
Todos los seleccionadores han sido comentaristas a posteriori. ¿Gozan del derecho a hacerlo? Por supuesto. ¿Es oportuno, dado que sus palabras pueden interpretarse mejor o peor? Esa es otra cuestión. Luis abre la boca y es titular de portada, claro, pero eso no puede dividir España. Esta Selección nos pertenece a todos.
Hemos perdido por razones innegables. Y ello no obsta para que sigamos confiando en el equipo, en su estructura y en su entrenador, Vicente del Bosque, a pie juntillas. Se ha recuperado de una liga interminable, generadora de agotamiento psicosomático, se ha resucitado anímicamente una plantilla sujeta a dispares vaivenes y tensiones y se ha encarado un Mundial con humildad y ganas; con ansiedad, posiblemente. Los elogios no dañan más que al imbécil y, advierto, aquí no hay ninguno. Aquí hay profesionales de nivel máximo. Asumimos el papel de favoritos por ser campeones de un continente, por el ranking FIFA, por los medios, porque la calle está convencida y, también, porque la sociedad española, entre cinco millones de tristezas del bolsillo, los bancos y el INEM, necesita una ilusión y esa ilusión sólo se la daLa Roja. Por eso queremos ganar, porque necesitamos responder a una esperanza. Y, como en todo, juntos podemos. Separados, n