La eliminación del Deportivo en la Champions League a manos de Juventus, Manchester y Basilea nos deja reflexiones de doble dirección. Por una parte, el éxito indudable de jugar la competición más importante y de codearse con los mejores equipos del continente. De otra, el hecho triste de haber caído no en Turín ante la Juventus, que puede ser un resultado lógico aunque se haya producido de forma injusta pues perder en Delle Alpi entra dentro de lo previsible, sino haberse dejado la clasificación en un cantón suizo donde el fútbol nunca fue más allá de una ilusión óptica. En cualquier caso, el aspecto más preocupante para los equipos españoles en la Champions League, además de la clasificación y del prestigio deportivo, radica en la ausencia de ingresos económicos. El Deportivo deja de ingresar cerca de dos mil millones de pesetas (casi 12 millones de euros) por su temprana desaparición de la Champions. A los clubes españoles, les salva Europa los ejercicios contables puesto que la televisión en la liga doméstica, la mercadería y los ingresos por socios y abonados apenas cubre una cuarta parte de los grandes presupuestos. Por eso, la Champions resulta vital para aliviar la desesperada situación de algunos clubes, casos del Deportivo, del valencia o del Barcelona. Las sociedades que arrastran un río de deudas tan altas, superiores a los 180 millones de euros, padecen en sus carnes la falta de capacidad para hacer frente a los contratos de sus futbolistas, para mantener una situación que no desespere a las plantillas por las demoras en los cobros o por la ausencia de ellos, y frena las posibilidades de reforzarse conveniente para el futuro así como las opciones de renovar a jugadores importantes de cara a campañas venideras. Por eso, el daño causado por el Basilea no resulta fácil de calificar aunque sí de cuantificar.