16 Sep, 2003

Cordura en el gasto


Pocas veces se aplauden en España las gestiones de los directores de nuestros clubes. Por regla general entre las deudas voraces, el despilfarro generalizado y la pésima contabilidad, apenas hay razón para el elogio. Este año, quizá porque las apreturas llegan hasta límites insospechados, los clubes han sabido adaptarse a las directrices del mercado y han gastado lo mínimo mientras procuraban vender para obtener lo máximo. Buena muestra de la mala gestión han sido los dos clubes del fútbol asturiano, el Real Oviedo arrastrado a Tercera División y el Real Sporting sujeto con alfileres a la Segunda. Me parece digno de reseñar el trabajo que ha hecho el Atlético de Madrid. Ha sabido buscar futbolistas muy baratos, o con la carta de libertad en el bolsillo, ha encontrado pequeñas joyas a base de peinar el mapamundi de los fichajes y también ha podido eludir la dictadura de algunos intermediarios. La salida de Jesús Gil del escenario futbolístico, aunque siga siendo el dueño del cortijo, la presencia de un hombre mucho más sereno y pacificador como Enrique cerezo y muy especialmente el fichaje de Toni Muñoz como director deportivo le han dado otro aire a la política del Atlético de Madrid. A mi modesto entender, Manzano se encuentra con un equipo muy bien fabricado, con un grupo de futbolistas muy aprovechables, sin llegar a las superestrellas periodísticas del Real Madrid, y con mucho fútbol por enseñar. Toni, de acuerdo con el entrenador, ha confeccionado una buena plantilla a un precio casi irrisorio. Bienvenida la cordura al fútbol español y baste este caso en rojo y blanco como ejemplo a fin de que cunda. La única manera de que no empiecen a cerrar los clubes en nuestro país es que los responsables tomen conciencia de que no pueden gastar más de lo que ingresan y cuadrar estas cuentas, que parece tan sencillo, debe convertirse en norma de obligado cumplimiento. Los nuevos controles impedirán que un club pueda maquillar sus resultados hasta engañar al mundo afirmando que gana dinero cuando, en verdad, camina hacia la debacle.