16 Sep, 2005

El alumno de Sacchi

La exhibición de colocación y planteamiento del Celta en el Bernabéu me recordó la organización defensiva del Milán de finales de los ochenta. Salvando las distancias con aquel equipazo que creó Arrigo Sacchi, salvando las calidades de Maldini, Baresi , Galli o Costacurta, las labores defensivas de Evani, Donadoni, Ancelloti y hasta del mismísimo Rijkaard, el Celta del sábado puso orden, equilibrio, buenos movimientos, serenidad y trabajo colectivo. Puso equipo. Puso estilo y personalidad y acreditó, al margen del resultado y de los errores arbitrales – que fueron bidireccionales-, una manera de pensar que puede darle buenos frutos.

Yo sé bien que Fernando Vázquez definió una noche la perfección del fútbol como la conjunción de la organización defensiva del Milán de Sacchi y la capacidad atacante del Barcelona de Cruyff. Estoy seguro de que Arrigo, desde el palco del Bernabéu, tuvo recuerdos de su trabajo y debió pensar que, por fin, alguien estaba intentando, y consiguiendo con muchos menos medios, lo que él inventó para el equipo de Berlusconi. Fernando no es un entrenador al que se entienda así, a la primera. Y es el mismo cuando gana que cuando le meten siete. Ahora bien, el espectáculo del sábado nos deja el dulce sabor de boca de contemplar un bloque que defiende en grupo, colectivamente, y no de tres en tres. Lo felicito. El maestro, aunque le duela, puede estar orgulloso del alumno.

Y de Caparrós he vuelto a ver el reflejo de su mano en el campo. Hasta el rabo todo es toro. Por eso Joaquín es como es. No me sorprendió, al margen de la polémica, que el Deportivo, que fue mucho mejor que su rival, ganase en el minuto 94. Caparrós lo impregna todo de trabajo hasta que el arbitro pita. Los dos gallegos viven sin vértigo en la cumbre de la liga. Ahora conviene aguantar para cumplir los objetivos fundamentales.