24 Jun, 2005

El ascenso indudable

Hace una década que defiendo los métodos de Fernando Vázquez y no es por simpatía personal sino por comprensión y entendimiento. Fernando no es un hombre fácil para nada. Entenderlo exige, en ocasiones, una sobredosis de voluntad que no todo el mundo es capaz de aglutinar. Sin embargo, una vez que se le conoce, que se le entiende y que se le discute, resulta mucho más sencillo hablar con él de fútbol.

Nacido en la Galicia más sencilla, Vázquez fue un emigrante a la fuerza dentro de la propia tierra. Recorrió las carreteras y los caminos con la misma fe y naturalidad con que ha llevado al Celta a Primera. Yo sé que nunca dudó de su equipo pero es verdad que albergó otras dudas, las que le trasladaron desde su propio club cuando estuvieron a punto de despedirlo. En aquella época, Horacio todavía no lo entendía. Y vaciló. Porque lo fácil de un presidente es dudar del entrenador.

Mantuve una conversación muy curiosa hace unas semanas con Eduardo Berizzo, Borja Oubiña y el propio Fernando, en una cena en el ‘Bóveda’ de Carril. Me sorprendió el grado de compromiso que encontré entre ellos, la seguridad con la que hablaban unos de otros, los futbolistas del entrenador y viceversa. Uno, simple periodista acostumbrado a todo lo contrario, asistía con cierto asombro a la lección de convicción, de fe, de credibilidad y de buen hablar de los tres. Esa noche supe que el Celta iba a ascender. Sin ninguna duda, iba a ser campeón. Luego, la sanción por alineación indebida no me arrugó ni un instante y tuve la certeza de que Fernando y sus chicos ganarían en Lérida.

El mérito de todos ellos, futbolistas y entrenador, ha sido crear un hábitat ganador, un ambiente de ascenso. Solo saben hacerlo los ganadores.