Florentino Pérez ha concluido la primera parte de su proyecto con muy buenas notas. En lo económico, ha eliminado la deuda del club que llegaba a 300 millones de euros y guarda en la caja cerca de 180 millones más disponibles para fichajes. No tiene pendiente créditos con ningún banco y ha convertido al Real Madrid en el club más rico del mundo. La imagen de la institución también advierte signos de limpieza y desinfección, después de las salidas injustificadas del dinero de la caja del club. El Madrid se ha convertido en una entidad que es honrada y, además, lo parece. En lo social, los madridistas han recuperado el orgullo y las ganas de asistir al Bernabéu. Una entrada en La Castellana vale su peso en oro y, si es en el palco, un tesoro que permite relaciones políticas, empresariales, económicas y sociales. En lo deportivo, Pérez ha fichado lo mejor. Primero, fue el zarpazo de Figo al Barcelona, que aupó al madridismo y hundió anímicamente al eterno rival. Después, llegaron Zidane, el mejor futbolista del mundo, Ronaldo, la estrella de Brasil y el máximo goleador del Mundial de Asia, y David Beckham cerró la lista con calidad y glamour añadido. Florentino ha levantado siete trofeos, es decir, todos los posibles excepto la Copa del Rey, que ya se le ha negado dos veces. Al fin de sus cuatro años, el balance resulta más que positivo. Y han comenzado a sentarse los cimientos del segundo mandato, si no hay rival que venza en las elecciones de julio. La salida de Jorge Valdano era sabida casi desde que llegó. Su elevadísimo contrato, 1.800.000 euros anuales, y la escasa labor deportiva desarrollada presagiaban una función más de portavocía que de dirección general. A ello hay que añadir su incapacidad para generar ingresos con la recolocación de futbolistas sobrantes así como la inexistencia en la política de fichajes llevada por el presidente. Cuando, por fin, en el verano de 2003, consiguió ceder y traspasar futbolistas olvidó incluir cláusulas que impidieran a los ex del Madrid jugar contra su ex equipo. Valdo, Munitis, Luis García y, sobre todo, Fernando Morientes lo acribillaron ante los socios y la junta directiva, en todas las competiciones. La puntilla de Valdano fue la elección de Carlos Queiroz, un perfecto inútil, para sustituir a Del Bosque. La salida del anterior entrenador pareció traumática pero también se fraguó por etapas. Primero, cuando exigió el fichaje de Flavio (26 millones de euros) y no lo utilizó. Más tarde, con su extraño planteamiento en Turín, donde cayó eliminado por la Juventus. Y lo remató manifestando una cierta complicidad con los futbolistas en la noche del Mesón Txistu, en la que Hierro amenazó al presidente ante la pasividad del entrenador. Fue la noche de los ‘cuchillos largos’. Allí, Florentino dijo “basta” a un modo de vivir. Pérez Rodríguez ha puesto en marcha una operación para situar al Real Madrid como el mejor club del mundo. Busca convertirse en una referencia planetaria. Quiere a los mejores futbolistas y ha cedido ante la necesidad de fichar defensas, algo que consideraba prioritario en la creación de la cantera. Ha puesto la dirección deportiva, provisionalmente, en manos de Emilio Butragueño y quiere un ejecutivo de tronío. El primer candidato a ocupar la plaza de Consejero Delegado es José Ángel Sánchez, un fichaje personal de Florentino Pérez: su galáctico de los despachos. José Ángel ha sabido atraer cerca de 120 millones de euros en marketing y mercadería a las arcas del club. Sánchez es la nueva estrella, al margen de los futbolistas.