La decisión de Luis Aragonés de convocar a Sergio hace justicia al
trabajo de un futbolista al que nadie mira pero todos los rivales ven. Desde hace ya muchas temporadas, la labor de Sergio ha brillado por el matrimonio de dos condiciones que escasean juntas, la calidad y el esfuerzo. Tanto en el Espanyol, donde lo conocí, como en el Deportivo, donde se hizo más famoso, el futbolista catalán ha venido ejerciendo una tarea de liderazgo desde ka zona clave del campo, el medio. Y, desde ahí, ha sabido defender, dirigir y atacar e incluso golear.
Sergio es un jugador de comportamientos sensatos, que sabe alternar cuando se gana y recogerse cuando los vientos soplan contrarios, que da la cara siempre, en el campo y fuera de él, y que ha sabido asumir una función que exige cualidades y vocaciones de líder. Su ausencia del equipo nacional coincidió con un bajón de juego en el Deportivo y con una desmotivación generalizada en los blanquiazules. De ahí, probablemente, viene la escasez de coruñeses en el once nacional cuando hace tres temporadas eran mayoría absoluta en el vestuario de La Roja.
No contamos, para desgracia nuestra, con muchos futbolistas españoles que alcancen el nivel exigible para jugar en el Selección y debemos cuidar con mimo a aquellos que lo vienen acreditando con excelente regularidad. Así como llamada de Luque no sorprende, debido al momento de complejidad que atraviesa, la de Sergio nos devuelve cierto grado de confianza en los criterios de selección.
Luque esta fuera de situación por los continuos devaneos que, desde el Deportivo y desde su entorno personal, se han venido haciendo al objeto de “colocarlo como sea” en otro equipo. Luis le da su respaldo y yo lo celebro. A Albert le conviene sentirse apoyado. Lo de Sergio es más directo y su presencia en la convocatoria debe entenderse como un acto de justicia al mérito de un futbolista que vale su peso en oro. Como Morientes.