El partido de España en México era un estorbo en el calendario de los grandes clubes. No hace falta estudiar en la Sorbona para saber que estamos en deuda con el país azteca y que es obligado devolverles la visita después de que inaugurasen el Colombino pero la fecha perjudicaba a los grandes y la Federación ha sido sensible con los intereses de los clubes al cancelar el amistoso y buscar otro momento más adecuado. Sin embargo, choca esta decisión con la que han tomado recientemente los dos grandes de España, el Real Madrid y el FC Barcelona. Ambos han optado por las giras lejanas, ésta vez en busca, sin duda, del afán recaudatorio que tantas veces se ha censurado al dueño de la Selección. Villar se adelantó a los tiempos a la hora de entender el negocio del fútbol y supo darle a la Selección Española la proyección mediática y de marketing que ahora buscan Madrid y Barça. Sucede que los clubes sí pueden irse lejos y a todos nos parece bien pero nos desmerece, en cambio, que quien se vaya a dar la vuelta al mundo sea la Nacional. El hecho de que el partido contra México sea amistoso no elimina un ápice de este argumento pues más amistosos eran los de Asia con el Real o los de Estados Unidos con el Barcelona. Bien es verdad que los partidos contra Manchester, Milán o Juventus ponen una gota de sentido futbolístico superior al pay-pay chino, japonés o tailandés pero también es verdad que el Madrid ha ido a conquistar el corazón de los asiáticos (Florentino dixit) al mismo tiempo que su cartera. La Federación ha actuado bien al sustituir el partido por una concentración puesto que la Selección se juega el pase a la fase final del Campeonato de Europa de Portugal-2004. Mejor para los futbolistas, mejor para el seleccionador, mejor para los aficionados. La decisión es un acierto. Pero les debemos una a los mexicanos.