El Real Madrid puede ganar la liga el próximo domingo. Es una cosa bastante probable. Que Del Bosque puede abandonar el banquillo a pesar de ganar el campeonato más apretado de los últimos años, es también una cosa bastante probable. Desde fuera, parece complejo entender, y mucho más explicar, que un entrenador que ha llevado al equipo a ganar dos Champions, una Supercopa, una Intercontinental y dos Ligas, que ha sido respaldado por la plantilla, pueda dejar su puesto. Sin entrar a valorar la conveniencia de que renueve o no, me quedo con lo insólito de la situación. ¿De quién depende? Aunque lo normal es que fuese el director deportivo quien decidiese, todo hace indicar que será la junta la que asuma la decisión. Y ya se sabe que, dentro de ella, el peso del presidente anula en gran medida la capacidad e independencia de algunos directivos. No basta con preguntarse una vez más cuál es el papel de Valdano en este caso pues de todos es sabido que ni Sócrates (el griego, claro, no el brasileño) hubiera rentabilizado mejor sus chácharas filosóficas. Del Bosque ya ha dicho no a una oferta por el mismo contrato que ahora posee. ¿Qué razón podrá argumentarse para que no siga? ¿Acaso que se ha acabado un ciclo? ¿Qué pide un 20% de aumento? Quizás, el Real Madrid crea oportuno contratar a otro porque entienda que los hay más adecuados pero coincidiremos en afirmar que resulta complicado explicar que se prescinde de un triunfador. El presidente se encuentra en un laberinto. Sabe lo que quiere pero nadie sabe cómo lo podrá explicar. Lo demás es hablar por hablar.