5 Ago, 2004

El triunfo de Ronaldo es Raúl

Nada más llegar al Madrid, Ronaldo comenzó a ser criticado. Unos decían que estaba gordo, que salía por las noches o que su entrenamiento consistía en jugar al póquer. Otros que le faltaba la velocidad y la explosión que lo encumbraron cuando jugaba en el PSV o en el Barcelona y que la rodilla no le iba a aguantar. Los que cada día sabemos menos de fútbol, como quien suscribe, entendimos que la clave del éxito de Ronaldo se llamaba Raúl. Al “7 “blanco le han fichado dos jugadores extraordinarios, Zizou y Ronaldo, para ponerlos a su lado y, a veces, en su mismo sitio. Dicho de otro modo, si todos jugaban donde querían sobraba uno. En el caso del francés, Zidane se escoró hacia la banda izquierda para desahogar a Raúl. En el caso del brasileño debía ser Raúl el que se sacrificase en beneficio de Ronaldo. Y ha sido esa clave, interpretada por Raúl de manera impecable, la que ha permitido al Real Madrid jugar mejor y alcanzar un rendimiento óptimo. Ronaldo es espectacular en sí mismo, en sus arrancadas, en sus explosiones, en sus carreras, en sus bicicletas, en sus definiciones, en su esfuerzo y en su trabajo. Raúl es espectacular en su rendimiento, en sus números, en sus registros, en sus goles. Para que Ronaldo sea como verdaderamente es, Raúl debe renunciar a ciertas consideraciones. Y lo ha hecho. Por eso, el trío Zizou-Ronaldo-Raúl se reparte las funciones, se compenetra y se entiende sin necesidad de mirarse. No es lícito afirmar que el Alavés jugó muy mal porque lo cierto es que el Real jugó muy bien y lo hizo en virtud de su fútbol y no por los errores del ajeno. Fueron los aciertos del Madrid los que provocaron los fallos alavesistas. Quiero decir que Ronaldo es un especialista, una estrella, un futbolista de ensueño y una persona tan encantadora como su juego. Ronaldo es igual dentro del campo que fuera de él. Zidane es el mejor futbolista del mundo, sin más aditivos, sin más calificativos. No sé cómo era Di Stéfano pero seguro que no podía ser mucho mejor que el francés. Merece la pena comprarse un sombrero para quitárselo cuando le sale lo suyo. Pero Raúl… (“este chico es pata negra”, me dijo su padre cuando debutó en Zaragoza), Raúl es otra cosa. Raúl es el alma del Madrid, el punto de encuentro entre la calidad, la lucha y el sentimiento. Una maravilla profesional y humana.