12 Feb, 2003

Funambulismo a la portuguesa

Queiroz ha probado el riesgo de las rotaciones con diversas consecuencias para el madridismo y para el equipo. La mezcla de grandes estrellas y canteranos resulta poco práctica cuando consiste en cambiar cracks por juveniles. La ausencia de Roberto Carlos ya obligaba a una rotación. La de Helguera puede aceptarse con Pavón y Bravo detrás, puesto que forman la pareja de centrales más solvente que ha encontrado el portugués, y darle una opción a Borja resulta, a mi juicio, correcto porque en algún momento debe foguearse. Portillo es un buen futbolista, rápido, goleador, intuitivo, técnicamente bien dotado… sí, pero no es Ronaldo y la gente paga por ver a Ronaldo. Lo del domingo fue tremendo para el chico. ¿Todas las rotaciones a la vez? Eso es funambulismo a la portuguesa. Fusiló a Rubén en Sevilla y el domingo entregó a Portillo a los leones. No era el mejor día para jugar a la ruleta rusa, viniendo de la goleada del Pizjuán. Queiroz echa por tierra la política de su presidente de la manera más sibilina. ¿Pavones? Tómalos todos juntos, todos a la vez. Como si esto fuera la sub-21 de Portugal. El luso busca una demostración palpable de que no tiene suficientes elementos de calidad y equilibrio para rotar y que precisa fichar en diciembre. El Deportivo y el Valencia gozan de plantillas más completas, más compensadas, para variar las alineaciones. Con Valdano de baja, su electo pupilo portugués ha lanzado un guante a la cara del presidente al tiempo que ponía en riesgo el liderato y la paciencia de las tribunas. El domingo bostezó hasta la señora de los lavabos, la vieja amiga de Joan Gaspart. A Florentino se le perdona todo porque en poco tiempo ha hecho mucho pero Carlos Queiroz, en el Bernabéu, no va más allá de ser un becario enchufado, un becario que sacó brillo a las botas de los niños del país vecino y a los borceguíes de Sir Alex Ferguson, el entrenador que peor defiende de toda Europa. El Bernabéu no perdona que se juegue con los suyos ni con lo suyo. No basta con ser líder. En el Manchester, a lo mejor. En el Real Madrid no. Y con el Bernabéu no se juega.