El Fiscal Anticorrupción ha afirmado que no hay ningún delito en las principales denuncias contra miembros de la RFEF. La noticia apenas ha tenido eco porque lo que de verdad interesa es la combinación del ataque periodístico y el judicial.
El planteamiento se ha hecho sobre la base del crimen perfecto y la táctica consiste en ventilar documentos que se hacen llegar a un juzgado haciendo creer que constituyen infracción penal. Se imputan hechos a personas y se airean, al margen de que luego se callen las decisiones de los jueces y fiscales cuando desestiman esas denuncias. Eso se llama instrumentalización de la justicia. A Villar le han querido colgar la etiqueta de ladrón, de delincuente fiscal, de mal administrador, de amiguismo, de todo, pero hasta la fecha ningún juez ha apreciado indicios de criminalidad en ninguna de las causas que se siguen. No se puede aceptar en democracia que una campaña desmedida convierta en delincuente a quien sirve a su país con honradez.
El fútbol español debe reflexionar acerca del linchamiento que viene sufriendo Ángel María Villar desde hace un año largo, justo desde que el anterior secretario general fue destituido por razón de deslealtad. Las inmediatas elecciones no deben celebrarse en medio de un clima bélico donde aparecen indicios de chantaje a los electores, de presiones políticas, periodísticas y económicas.
Para un sector, todo vale con tal de derrumbar a Villar. ¿Desde cuándo se convierte en ladrón al honrado? Seguramente, el enfrentamiento al poder se paga a precio muy caro. Yo creo en Ángel Villar, en su gestión y en su honradez y detesto el revanchismo y el afán de venganza que presiden esta campaña electoral. Con Villar, el fútbol no ha aceptado las intromisiones del poder y ha sido una Federación independiente. Sólo me falta ver a Retamero vestido de sevillana para que la vergüenza me invada de lleno.