Tiene más trabajo por delante del que yo pensaba. Si el partido contra Venezuela nos dejó pocas respuestas, confieso que en el partido frente a Escocia sufrí lo indecible. Me hicieron sufrir dos laterales de excelente rendimiento en sus clubes que parecían novatos en una final de la Champions, ni un solo relevo, ni un solo desdoblamiento, ni un solo apoyo, apenas un par de llegadas y ni un solo centro en condiciones. Me hicieron sufrir Xabi Alonso y Rubén Baraja jugando en paralelo, sin capacidad de decisión para asumir su responsabilidad de líderes en la creación de juego y permitiendo al rival sentirse cómodo en una amplia zona central deshabitada por los nuestros. Me hicieron sufrir Tamudo y Torres, descolocados, desconectados, y aislados del resto del conjunto. Acepto los errores como prueba de un ensayo al que nada ni nadie ayudó, ni la afición, ni el tiempo, ni el estado del campo, pero rechazo olímpicamente el argumento de que los jugadores están poco rodados. Si estamos cansados en julio y demasiado verdes en septiembre, ¿cuándo vamos a jugar al fútbol?
Me preocupa que haya que echar mano de Raúl en un partido amistoso, contra un rival que parecía venir directamente de los campos de batalla de Braveheart y con una tromba de agua descomunal. Creo que Raúl está para cuestiones más importantes. En trabajo táctico requerirá mucho más tiempo del que el seleccionador dispone, el primer partido oficial llega dentro de veinticuatro horas y seguimos sin alcanzar a comprender la diferencia que hay entre jugar y competir. Necesitamos que España juegue bien aunque no lo haga bonito, sentimos la necesidad de que alguna vez gane algo. Luis ha llegado avalado por todo el mundo. Su responsabilidad, por lo tanto, va en función de las expectativas que su llegada ha generado. Seguro que el Sabio de Hortaleza ha reflexionado mucho más que quien suscribe. También sé, por esa misma razón, que debe empezar a tomar decisiones.