17 Jun, 2003

Un paripé para niños.

Asistimos con estupor al paripé rojiblanco. Ni el Atlético quiere que Luis continue ni él desea seguir. Hace tiempo que empezaron las malas relaciones y nada aprece que pueda arreglarlas, salvo el dinero. Comenzaron las críticas de Gil al entrenador y llegaron los problemas porque Gil pensaba que tenía equipo para ganar la liga pero que Luis no era capaz de hacerlo funcionar. Luego fueron los rumores acerca del contacto con Bern Schuster los que terminaron con la paciencia de Aragonés junto con la crisis de poder de Paulo Futre. Jesús Gil llego a decirle a su hijo Miguel Ángel que eligiera: “O echas a Luis o le prendo fuego al estadio”, vinieron a ser sus palabras. La ruptura concluía con la declaración del entrenador ante la plantilla, primero, y ante los medios de comunicación, más tarde. “Me voy, mi ciclo en el Atlético se ha cumplido”. Pero entonces el sabio de Hortaleza escucho las palabras del presidente en su salida del cargo y se entera de que Gil se irá si le pagan los setenta y dos millones de euros que le deben. Es cuando Luís cambia de opinión y piensa que si el presidente pide sus euros, él no tiene por que renunciar a los suyos. Cuando Gil hijo le sugiere que pongan la dimisión por escrito, él se da cuenta de que si firma la renuncia a la temporada que le queda lo pueden echar al día siguiente. Su deseo es terminar la liga. Por eso, da marcha atrás y altera su estrategia. La reunión del viernes pasado sólo sirvió para escenificar el planteamiento. “Si quieren echarme, que me paguen”. Luís les estaba echando un pulso. Se siente fuerte porque hace más de un mes que recibió la llamada del Deportivo. Lendoiro sabe que Miguel Santos le aparcó la renovación de Irureta y que en el Santiago Bernabéu se ha hablado de Jabo como posible sustituto para Del Bosque. Irureta lo sabe. Lendoiro también. ¿Qué quiere Luis? Forzar a Cerezo a que le pague y escuchar las ofertas que lleguen. Táctica correcta: paciencia y a esperar. Su sueño es la selección Española, pero queda lejos. Las cosas estan así. Y así se están cociendo. ¿Cual será el final de esta paradójica historia? Parece un divorcio cantado.