Desde determinadas tribunas se ha acusado a Angel María Villar de eludir impuestos y blanquear dinero de dietas cobradas de Fifa y Uefa. Ante la gravedad de las acusaciones, el presidente de la RFEF decidió informar a su junta directiva de todos los movimientos de dinero procedente del extranjero en su cuenta. Lo hizo acompañado de un especialista en Derecho Tributario a fin de que los miembros de la junta conocieran al detalle los ingresos por dietas. El abogado explicó el acuerdo de doble imposición que permite a quienes perciben remuneraciones en el extranjero cumplir fiscalmente con la retención que se efectúa en el país de origen y no en el de residencia. Dicho en castellano, Villar no solo acreditó que actuaba conforme a la ley sino que acompañó los documentos de su tributación en Suiza, sede de los organismos europeos y mundiales del fútbol. Villar no blanqueó, no escondió sus ingresos, no defraudó al fisco en España como tampoco lo hizo en Suiza y, en definitiva, pagó impuestos en los dos países. La junta en pleno y por unanimidad facultó a la asesoría jurídica para entablar acciones legales contra quienes difundieron tan falsa como malintencionada información con el único objeto de desacreditar a Villar de cara a las próximas elecciones que tendrán lugar en la RFEF. La mano de un antiguo empleado de confianza que ha traicionado todos los principios de la ética se advierte con claridad meridiana. La mano que mece la cuna sigue escondida en su madriguera, probablemente contando los fajos de billetes que cobró como indemnización ( más de 1,5 millones de euros) tras llevarse bajo el brazo todos los documentos que él mismo había autorizado. Para matar a Villar, harán falta algo más que mentiras. Yo creo en su honradez y así lo manifesté siempre. Ni en los tribunales deportivos ni en los judiciales se han hallado motivos hasta la fecha para creer lo contrario. Aunque los hay que desean que pierda España, la Selección, y que no vayamos a Portugal 2004 “para que se funda Villar”. Hay mucho mediocre.