En los tiempos que corren, cuesta un enorme esfuerzo sobrevivir a cualquier amanecer, especialmente después de leer los periódicos, ver o escuchar los informativos o navegar un rato por la red. Según las portadas que miremos, hay media docena de ladrones, estafadores, corruptos, evasores y demás ralea de final carcelario. En realidad, cambian los nombres pero las conductas se parecen demasiado, lo que implica que el problema reside más en el ser humano que en las asociaciones que los promocionan, aunque toda estructura ayude.
Los jóvenes encuentran muy pocos ejemplos, pocos espejos para mirarse, y no porque no los busquen ni deseen encontrarlos sino porque apenas se ven y, cuando se ven, casi no sabemos mostrárselos. El deporte transmite con claridad los valores que engrandecen al ser humano, las cualidades que nos hacen mejores, que nos impulsan a creer en una idea y luchar por ella. Cuando hablamos de deporte, nos referimos, en general, a los deportistas, Rafa Nadal, Fernando Alonso, Iker Casillas y tantos otros. Sin embargo, también debemos elogiar a personas que dedican su vida a la dirección y a la organización de clubes, federaciones, asociaciones, en definitiva, aquellos que mantienen vivas las competiciones para que los deportistas triunfen. Ellos también deben transmitir los valores del humanismo, de los que el deporte es portador.
Algunos jueces de lo mercantil tienen ahora una gran ocasión de parar los pies a quienes usan la ley concursal de forma perversa, pretendiendo dejar sin cobrar a los acreedores, entre ellos al propio Estado y seguir figurando sin pudor alguno. Necesitamos ejemplos de limpieza.