La Selección ha vuelto a regalar a la sociedad española un bono de cinco noches de felicidad garantizada. No lo igualan ni Paradores ni El Corte Inglés. Hemos conseguido ganar disfrutando y sufriendo y siempre gozando de finales felices. Para vencer, se necesita llegar a las máximas cotas de esfuerzo.
Portugal puso en apuros a un equipo que lucha por defender sus coronas. Necesitó dejarse la vida para tratar de impedir que España jugase pero se le fue el partido porque confío todo a un hombre solo. Y un solo jugador no puede con todo un equipo. Un rival extraordinario, de enorme dificultad. Victoria con doble mérito.
España juega en grupo porque entrena, piensa y vive como un grupo. Del Bosque ha conseguido algo tan decisivo como que jueguen bien, que se necesiten los unos a los otros. Esa es su gran obra de entrenador moderno, actual; conducir un grupo de grandes estrellas, de futbolistas a los que el planeta Tierra rinde pleitesía y que sientan la felicidad de jugar juntos. Inteligencia emocional y recursos tácticos.
Aquí, en Kiev, capital de Ucrania, soñamos con una victoria para regalársela a una afición extraordinaria que se enfrenta a la crisis y se gasta lo que tiene, y lo que no tiene, por recorrer medio mundo animando a su Selección. Este es el equipo de todos, el equipo de una nación entera que muere por ellos cada día porque ellos mueren en el campo cada noche por nosotros. Nos llamamos España y somos, todos, el mayor orgullo de nuestro fútbol. Unimos personas. Unimos pueblos.