La Selección nos ha dado motivos para estar contentos. Ha ganado las dos Eurocopas y la Copa del Mundo y lo ha logrado, además, luciendo sobre la hierba todo su esplendor con grandes partidos. Nos ha acostumbrado a ganar siempre y en todo lugar, a los rivales más poderosos, y lo ha conseguido sobre la base de valores humanos aplicados al deporte. Ha entregado planificación, trabajo, esfuerzo, generosidad, solidaridad, coordinación, positivismo, capacidad de reacción ante la adversidad, humildad para corregir errores y apretar los dientes, respeto a los adversarios y conceptos tan sublimes como la estética. Y la Roja pegada a la piel.
La Selección no ha decepcionado nunca en estos últimos tiempos y cuando ha encontrado un mal resultado ha sabido sobreponerse de la manera correcta. Merece nuestra confianza. No soy capaz de dudar de ellos. Tengo la firme convicción de que España defenderá su título mundial en Brasil 2014 y albergo la esperanza, justificada por los antecedentes, de ganar en París, consciente de que Francia ha formado un equipo excelente y juega en su estadio nacional.
Didier Deschamps, uno de los grandes del fútbol francés, debe de sentir también la inquietud. Sabe que es España su rival y preferiría a cualquier otro. Pienso en Saint Dennis como una puerta más de las cuatro que faltan, que se puede abrir con las armas del buen juego. Confío en la Selección. Y seguiré confiando en cualquier caso, en Del Bosque y en todos sus hombres. Hace mucho tiempo que quedaron atrás los miedos y la sensación de que todos eran mejores que nosotros. Mañana, con mi camiseta bien pegada, me sentiré como un verdadero “piel roja”.