Son un problema con escasas posibilidades de arreglo. La teoría más aceptada nos dice que las entradas son muy caras y que la gente no puede pagarlas. Los clubes, por su parte, se defienden y argumentan que están bajando los abonos anuales y que aquellos que quieran ir a un solo partido deben pagar más y con diferencia pero la verdad es que los campos no se llenan y, aunque los horarios ayudan poco, las voces apuntan y disparan contra los precios.
Hay estadios que apenas llevan mil espectadores y alguno, como el alarmante caso de Osasuna, tan sólo recaudó cinco mil euros en su partido con el Elche. Estos datos, por más que se diga que la asistencia ha aumentado, obligan al fútbol a ejercer una reflexión profunda y categórica. Osasuna tiene un presupuesto de 29 millones. De ellos, 21 corresponden a los derechos audiovisuales. Los horarios son fijados por el operador de televisión, potestad que la Liga Profesional ha cedido porque no tiene más remedio que aceptar que el que paga es el que manda.
Creo que una política agresiva de precios en las entradas y en los abonos, dejando los días especiales para encarecer las localidades, podría ayudar bastante. Nada más dramático para un equipo que juega en casa que sentir el estadio vacío. Los jugadores prefieren verlo lleno, y especialmente escucharlo, aunque paguen entradas más asequibles que jugar poco menos que a puerta cerrada.
El drama del fútbol reside en la mala gestión de algunos directivos, capaces de arruinar a los clubes sin pudor alguno. De un tiempo a esta parte, se han aportado pocas ideas y ninguna solución. Seguimos estrujando a los aficionados con entradas de precios imposibles y hace tiempo que, siguiendo las palabras de Antonio Gala, hemos pasado de adorar al becerro de oro a adorar el oro del becerro, sin que nadie se dé por aludido en ningún caso. Alemania e Inglaterra han jugado sus bazas con el equilibrio en el reparto de los derechos audiovisuales, han bajado notablemente los precios de las entradas y tienen los estadios a rebosar. En algo nos están ganando. Por eso, hace falta reflexionar y, para ello, es menester tener conocimientos. Eso sí, no se venden en El Corte Inglés.