27 Ago, 2012

Razón para vivir

Tras la Supercopa del jueves en Barcelona tuvimos ocasión de celebrar una conversación interesante entre varios periodistas, bastantes con trabajo, algunos en paro. Gente con ganas e ilusión, que no encuentran el periodismo que ellos querrían hacer.
Es opinión generalizada que se tiende a sustituir periodismo por entretenimiento, especialmente en televisión y que crece con preocupación el periodista-oficinista, un tipo desilusionado, mortecino, hueco, consciente de que su futuro está próximo a terminar. Advertí en ellos una inusual admiración por el pasado, nostalgia del periodismo deportivo de hace quince años y noté en sus ojos la tristeza de quienes no pueden decir siempre lo que piensan, ni siquiera, a veces, la verdad: la razón de vivir.
Me gustaría transmitir un mensaje de ilusión, para recuperar las tendencias que convirtieron en estrellas a jóvenes periodistas, felices dentro de su profesión. Quisiera animar a los que empiezan con modestas becas, a los que disfrutan del lujo de un puesto en una redacción, a los que inician sus estudios de Periodismo en decenas de facultades. El periodista de verdad es feliz en su trabajo. Lo siente, lo vive, lo sufre y lo disfruta. El periodista-oficinista busca la felicidad fuera. Muy triste cuando eres vocacional.
Creo que, siendo difícil la situación, también los periodistas podemos aportar el optimismo de las ideas, de las buenas caras, del esfuerzo añadido, de la ilusión recuperada. Hace falta que les dejen. Mejorar el periodismo es una tarea de todos: editores, directores, redactores, fotógrafos, estrellas o gentes grises, famosos o discretos. Una lucha de todos en beneficio de todos.