Nadie sabe cómo se enfrenta al anuncio de una noticia que pone en juego la salud y, en ocasiones, la vida, hasta que ese momento llega. Lo cierto es que, una vez sabido, la opción se reduce a luchar con todas las fuerzas posibles contra la adversidad. En este aspecto, el entorno representará un papel importantísimo, aunque distinto de aquel que ejerce en verdad el protagonista.

Los deportistas, por su entrenamiento y especial capacidad competitiva, su hábito de lucha contra el rival, ya sea uno mismo u otros, crecen con una fuerza interior en desarrollo constante. Los que salen vencedores han sido capaces de adoptar una postura de normalidad y cotidianeidad ante lo adverso. Reacción admirable y digna del máximo reconocimiento. El afán de superación, el planteamiento de una victoria en el día más difícil, la gran remontada a un resultado contrario, forman parte natural de los grandes seres que saben enfrentarse a la contrariedad, a la dificultad máxima.

Tengo la impresión de que, cuando el mundo opina que se debe relativizar, la respuesta psicosomática puede alcanzar la explosión de una fuerza súbita e incontestable, conducente al acierto o al final. Hay estrategias a largo  plazo y otras para instantes concretos.

Asumo convencido esta reflexión aplicable a la vida, en general, o a cualquier remontada en particular pues las viví de cerca y por dentro. Hoy me acuerdo de aquel que se enfrenta a ambas cosas, cada una en su verdadera dimensión, a la una desde la otra, en distancias lejanas, y lo hago con  sentimiento. Confluirán lo propio y ese entorno que tan silente valor encierra. Consiguen victorias perdurables.