Aquí, nos rasgamos las vestiduras a la primera de cambio y convertimos en dramas pequeñas historias de cada día. Hace una semana, el futbolista del Real Jaén, Jona, con buena voluntad e infinito cariño, mostró debajo de su camiseta una frase en la que animaba a luchar a los niños con cáncer.
El artículo 91 del Código Disciplinario del fútbol español prohíbe la exhibición de cualquier texto. Buena muestra fue la sanción de 2.000 euros a Messi por llevar debajo de su uniforme una prenda blanca con la inscripción “Felicidades, Mamá”. El asunto de los niños, relacionados con la grave dolencia, enfureció a algunos por el mero hecho de haber sancionado al futbolista. Más tarde, después de censurar, insultar y descalificar al Comité de Competición, y especialmente a su presidente, Francisco Rubio, se calmaron. Ignoran quienes así actuaron la relación personal del profesor Rubio con el cáncer así como la sensibilidad que ello le produce. Como a todos, claro, pero a él también y de forma relevante. Más tarde, el Comité de Apelación, sobre la base de una interpretación amplia de la norma, levantó la sanción y todos quedaron en paz.
El Derecho nos ha demostrado que, desde el mismo ordenamiento jurídico, se pueden defender con igual razón dos posturas contradictorias entre sí, sin menoscabo de la calidad y honestidad de los juristas. El magistrado Buendía Jiménez, verdadera autoridad en la materia, me explicó el sábado, en un seminario de la URJC: “Ninguna norma es clara ni se tiene que aplicar automáticamente”. Así lo entendí, al menos. Necesito volver a la Facultad, Señoría. Me queda mucho por aprender.