2 Mar, 2012

Roberto Soldado

Lo conocí en el Castilla. Destacaba por su asombrosa capacidad goleadora, una compañera de viaje que le seguirá hasta la eternidad. El sábado confirmó el peligro que encierra cuando se asoma al balcón del área. Sabe arrollar rematando de cabeza o con los pies. Ha crecido como futbolista y ha mejorado su técnica hasta límites increíbles. A él lo vimos hacer este año el mejor control de la Liga y, el sábado, sus antiguos compañeros sufrieron el martirio de un verdugo sin piedad. Marcar cuatro goles en un solo partido es materia reservada a los elegidos.

Soldado fue educado en la cantera del Real Madrid, donde te forman como futbolista y como persona, donde te enseñan a jugar, donde te enseñan a ganar y te inculcan que juegas para ganar. Allí, te marcan el camino de la responsabilidad que exige defender una historia centenaria. En la cantera del Real Madrid, te educan para ser grande. Se lo escuché a muchos futbolistas y entrenadores.

Roberto absorbió esas maneras y ese espíritu. No es mejor hoy por haber marcado cuatro goles sino por haber sabido aceptar el devenir de su propia vida. Demostró la humildad que exige renunciar al club de tus amores; acreditó la sencillez de encontrar la felicidad en una casa más modesta; y lució un espectacular afán de superación para regresar a un grande. Soldado realizó el sacrificio necesario, trabajando en silencio, quizá en soledad, para mejorar. Jugar para ganar, para ser grande. La filosofía grabada a fuego.

Tiene todas las virtudes del gran delantero centro. Como ser humano, extraordinario. Como futbolista, admirable. Espero y deseo que la vida le rinda justicia. Dios le concedió  la grandeza de los triunfadores.