12 Oct, 2012

Sinfonía espectacular de España en Bielorrusia (0-4)

Como una Filarmónica de lujo, la Selección Española hizo sonar el fútbol como si fuera música celestial. La posesión, el toque, la velocidad, la precisión y el orden brillaron en el estadio del Dinamo de Minsk como un concierto de Año Nuevo en la Golden Halle vienesa, con tres goles de Pedro y uno de Alba. España es una fábrica de sueños. Por Gaspar Rosety, Director de Medios de la RFEF.

RFEF.  12-10-2012. Minsk, Bielorrusia. Gaspar Rosety.

Resulta complejo explicar lo inexplicable y lo inexplicable es la perfección. Nadie sabe dónde viven los límites de la Selección Española. Tanto en el aspecto individual como en el juego colectivo, La Roja provoca sensaciones de placer para los ojos de una forma espléndida, generosa, abierta al mundo. El fútbol que despliega es una fábrica de sueños, la imaginación y las fantasías más hermosas se convierten en verdad visible, palpable, audible, en un recital de belleza sin fronteras.

La defensa genera una resistencia notable y abre el juego de manera sobresaliente. Con Busquets de pareja de Ramos, siendo éste, quizá, el mejor central mundo, cerradas las bandas por Arbeloa y Alba, España levanta un muro de difícil superación. Y para eso, si sucediera, está Iker. En el medio campo se fabrican los sueños de cualquier futbolista. La creatividad alcanza niveles insospechados. Regates, recortes, quiebros, requiebros para girara trescientos sesenta grados y volver a empezar, pases cortos, triangulaciones, pases largos, profundos, de tiralíneas con olores de gol, un rondo de estrellas, protagonizado por Xabi Alonso, Xavi Hernández- que cedió su plaza a Iniesta en la segunda mitad-, Fábregas y Cazorla, capaces de enlazar con Silva y Pedro, primero, y Villa después. España disfrutó de la posesión de la pelota como el niño que baja al parque con su balón y juega él solo. Si la perdía, era recuperada en cuestión de segundos. De hecho, la posesión más larga del equipo bielorruso fue de diecinueve segundos. Las combinaciones de juego españolas resultaban avasalladoras para un rival que puso fuerza física y presión y terminó corriendo detrás de todo lo que se movía hasta caer por asfixia.

Los goles de Jordi Alba y el hat-trick de Pedro reflejan la superioridad del marcador y la distancia del fútbol de cada Selección pero habría que resucitar a Bécquer, Espronceda, quizá recurrir a Benedetti, Amado Nervo o cualquier otra pluma maravillosa del pasado para dibujar con palabras la plasticidad de un juego que asombra al mundo. Y, de fondo, pondría la Sinfonía del Nuevo Mundo porque el fútbol de España parece venir de otro planeta.