El sábado se ha producido en Gijón un caso claro y grave de violencia en espectáculo deportivo. La crítica y la protesta son legítimas pero la violencia está penalizada en el ordenamiento. Un grupo de presuntos seres humanos le partió la nariz a un guardia y otro le lanzó un bombo desde la grada a un agente de las UIP. La Policía Nacional no actúa sin recibir la orden y ésta no se produce sin provocación previa. En España, si le tiras un bombo a un policía, sabes lo que te puede pasar. En otros países, te pasarían otras cosas.
Pedir la dimisión al dueño de la SAD es legal. Usar la violencia, no. Y conviene recordar que los accionistas son propietarios de una mercantil y venderán sus acciones sólo si lo desean…y alguien las paga. No se les puede obligar. Si alguien tiene razón para protestar, la perderá al acudir a la violencia. Seguro que son minoría pero en las peñas de jóvenes seguidores deben cumplirse las normas como en cualquier otra. Responsabilidad bien distinta, y más grave, es la de quienes inducen a la protesta agresiva, desde redes sociales o cualquier otro medio. Asunto para la Fiscalía. La agresividad es una actitud que choca frontalmente con quienes desean protestar y manifestarse, legalmente, expresando sus posturas. Me parece democrático, justo y conveniente escuchar sus
opiniones, alguna de las cuales comparto.
El Sporting necesita reformas estructurales, organizativas y humanas. Necesita cambios; pero también precisa paz social. La violencia no lo devolverá a primera división. Contra los violentos y sus inductores, tolerancia cero. Ni los gijoneses ni los sportinguistas fuimos nunca así.