15 Ago, 2004

Mauro Vendimia selecionado

Lleva el nombre de uno de los mejores vinos de mesa de Castilla y León. Y, como si del fruto de Mariano García se tratase, Mauro Silva ha acreditado su grandeza, su brillantez, su calidad, al asumir la responsabilidad de la derrota personalizándola en sí mismo. A mí siempre me han gustado los Mauros, los dos, el de Brasil y el de Mariano. Al brasileño lo descubrí hace más de diez años cuando su poderío físico y su capacidad táctica resultaban superiores al resto de los humanos. Ahora, he de confesar que siguen siendo cualidades contrastadas, irrefutables y difíciles de superar en la actualidad por cualquier otro mediocampista. Los años no pasan por Mauro y no comparto ese aserto que dice que los vinos mejoran con los años. No, también los vinos disfrutan de un punto culminante y después se vienen abajo o, como mucho, no evolucionan a mejor. Mauro, el de Brasil, es un hecho innegable, ha actuado con la misma madurez que hubiera deseado cualquier compañero para echar sobre sus anchas espaldas la responsabilidad la culpabilidad, que viene a ser lo mismo, en el partido contra el Villarreal. Está en su mejor momento. Envidiable. El fútbol español y universal sentirán mucho que algún día se vea obligado a colgar las botas. Sus condiciones tácticas, técnicas y físicas lo elevan a ese lugar de privilegio, a ese podio de los elegidos. Hemos visto a muchos futbolistas de relumbrón, en el propio Deportivo los ha habido y los hay. Sin embargo, Mauro es un seguro de vida. Si con él juegas mal, sin él lo haces peor. Cuando Mariano García le puso por nombre Mauro a su maravillosa creación vallisoletana, lo hizo en honor de su padre. Mauro alcanza su máxima expresión hasta llegar a lo sublime en la Vendimia Seleccionada. Como el de Brasil. Brindemos por la valentía y la personalidad de un líder incuestionable, incluso cuando yerra.