El Estado debe velar por el deporte aficionado y, sin embargo, lleva tiempo obcecado por intervenir el fútbol profesional. Los políticos, ignorantes de su obligación respecto a la actividad física, buscan protagonismo en el fútbol de élite. Con la Liga, se advierte un compadreo impropio de quien debe ostentar su cargo con dignidad.
Ahora, nos encontramos con dos tipos de políticos muy similares. Unos, que ante los múltiples problemas que acechan al ciudadano, se ofuscan en cambiar los nombres de las calles. Y otros, tan ridículos, que a pesar del paro, la corrupción, los impuestos, etcétera, se dedican a cambiar las fechas del calendario de las competiciones de fútbol, tanto profesionales como aficionadas. ¿Te aburres en el despacho en agosto? Pues nada, alargamos una semana más la liga y a la Selección Española de fútbol, que la zurzan. O quitamos las calles a Cervantes. Y se quedan tan anchos estos iluminados.
Del Bosque informó que la decisión es errónea y perjudica gravemente a la Selección. Iría sin fechas libres a Francia 2016. A los futbolistas, se les causaría un serio quebranto con esta prolongación de la Liga. Y el mismo ente que autorizo en julio a comenzar el veintitrés de agosto, decide un mes más tarde que ya no se puede terminar el quince de mayo sino el veintiuno. ¿No lo leyeron en julio?
No seremos un país serio con políticos incompetentes. Ahora resulta que la función de un gobierno es hacer los calendarios del fútbol. No tienen otra cosa que hacer. Por suerte, el fútbol es más sensato. Liga, AFE y RFEF, de acuerdo: habrá partidos en Navidad por respeto a esa Selección campeona que Cardenal marginó.