11 Ene, 2016

“Crónica de una muerte anunciada” por Alfredo Plaza

Sobre el papel no puede sonar más apetecible: creamos una liga europea potente, solo con los mejores equipos (aunque incluyendo un discreto grupito con pocas posibilidades para llegar a la mínima cifra razonable de 16), con los nuevos ingresos generados por las televisiones ante tan irresistible producto aumentamos los premios a los participantes, ponemos coto a los cantos de sirena de la NBA que cada vez se lleva antes a nuestras figuras y convertimos al baloncesto europeo a la vanguardia, junto con el fútbol, del deporte profesional más seguido en casi todas partes del mundo. Qué bonito si todo ello fuera verdad.

El acuerdo alcanzado para la próxima temporada entre la multinacional de gestión deportiva IMG y once clubes europeos sigue generando muchas dudas y todo tipo de críticas dos meses después de su anuncio: se desconocen los criterios para cubrir esas 5 plazas no fijas, el optimismo (por no decir temeridad) de conseguir los dineros necesarios para garantizar de 36 a 50 (en el mejor de los casos) millones de euros por temporada al conjunto de clubes participantes parece en cualquier caso exagerado: cabe recordar que la ACB recaudará 7 millones a partir de la próxima temporada, y estamos hablando de la segunda mejor liga del planeta, a costa de su retransmisión exclusiva a través de la televisión de pago.

Ateniéndonos al baloncesto nacional, deportivamente hablando este acuerdo es una sentencia a muerte para la liga española: Barça, Baskonia y Real Madrid jugarían la ACB con un equipo “B” para concentrarse en la nueva liga ya que les reportaría infinitamente más dinero, la competición en sí perdería su interés porque solo daría derecho a optar a jugar la Eurocup a los mejores clasificados, descontando los tres con plaza fija en la Euroliga y según el cupo de equipos por país aún por definir. Movistar o cualquier otra televisión dejaría de pagar esa cantidad de dinero al finalizar el contrato por una competición sin ningún interés, por lo que el resto de equipos estarían abocados a subsistir de mala manera, a imagen y semejanza de lo sucedido con el balonmano español.

La única forma de garantizar un futuro para el baloncesto europeo desde luego no pasa por crear ligas cerradas, depauperar al resto de ligas domésticas y debilitar las selecciones nacionales: cualquier deporte que menoscabe en sus competiciones los méritos deportivos está condenado a medio plazo a languidecer y, en último término, a terminar por desaparecer: ¿de verdad es esto lo que necesitamos?