30 Jun, 2014

Dignidades, plumas y alquileres.

No hay nada más triste que arrendar la dignidad y, en cambio, suele suceder con frecuencia cuando se hace periodismo en tiempos revueltos. La subsistencia ha servido de excusa para esa prostitución de plumas, voces y espectáculos, convertidos en presuntas líneas editoriales. Se advierte con claridad en la campaña, pesada y ridícula, desatada contra algunas personas, profesionales miembros de la Selección Española de fútbol.

Suelo explicar a mis alumnos de la Universidad Europea de Madrid, que deben asumir la necesidad de refundar el periodismo deportivo, de provocar un nuevo Renacimiento, en las artes, las letras, en la cultura, en la educación, es decir, en los pilares fundamentales de la civilización, de la sociedad moderna y democrática. Y confieso que me cuesta trabajo enseñarles lo que deben hacer cuando, en verdad, resultaría más sencillo ponerles ejemplos cotidianos de lo que no deben imitar.

Mientras España no ganó nada en el fútbol internacional, pasamos por los tiempos del hambre que transcurrieron desde el gol de Marcelino hasta el de Torres. En esa verdadera posguerra de nuestro fútbol, no sucedió nada. Vivíamos con las cartillas de racionamiento aplicadas al balón. Ni el oro olímpico de Barcelona 92, fue bastante.

Ahora, desde el armario de la tele y de las plumas de alquiler, se trata de soliviantar al aficionado contra Del Bosque, Iker y otros, por haber sido eliminados, como en Francia ’98, en la primera fase. Lo que podría ser una crítica razonada, se ha convertido en una persecución despiadada en la que se exigen estúpidas dimisiones.  Alquilar la pluma reporta dividendos hasta que el arrendador exige el pago de la renta, que suele ser una vez al año y todo de golpe. El periodista debe elegir entre el almario de su honor y el armario de sus frustraciones. En ambos se puede vivir pero en uno mejor que en otro.

He vivido nueve Mundiales, disfruto de perspectiva profunda y lejana para observar la vida con serenidad. Y, como nadie me apremia el alquiler pues gozo de pluma propia, comprendo que las derrotas forman parte del juego existencial y sirven para corregir errores sin asesinar a los capitanes. Este Mundial nos ha permitido ver como se les caen las caretas a los alquilados. Mientras ganaba España, tragaron quina y se auparon el carro. Negocio y coartada. A la primera derrota, leña al mono y dianas con el rostro de los enemigos,.

Es lo malo que tienen las plumas, las voces y los shows televisivos que implicar alquilar la dignidad. Del Bosque y Casillas deben seguir, al España CF le bastan unas pequeñas y notables modificaciones, y lo escribo con mi pluma propia y a mil millas del armario. Debe de ser muy duro no mostrarse uno como realmente es. O quizá son así de rencorosos. Por el alquiler y tal, por el tema y tal, que diría don Luis.