Durante más de veinticinco años, los clubes españoles no se pusieron de acuerdo para vender de forma conjunta sus derechos audiovisuales. De ahí, sacaron gran tajada económica los grandes de nuestra liga y se empequeñecieron los más modestos. Ahora, por fin, cuarenta clubes, de un total de cuarenta y dos, han coincidido en que la mejor solución para todos radica en la venta centralizada y en la negociación colectiva.
El Gobierno de España, a través del Consejo Superior de Deportes, comunico a la Liga Profesional, hace ya casi un año, que promulgaría un Real Decreto que regulase ese modelo de venta y que todos saldrían ganando. Sin embargo, aunque los clubes esperan con el alma en vilo, el Real Decreto no termina de aparecer. Siempre se dice que será la semana próxima, quizá en el siguiente Consejo de Ministros, pero no acaba de ver la luz. Y los clubes han empezado a sentirse nerviosos porque en esta comercialización centralizada de los derechos audiovisuales de Primera y Segunda División, sencillamente, les va la vida.
La durísima situación financiera por la que atraviesan la mayoría de ellos les hace esperar el Decreto como quien aguarda el maná que debe caer del cielo. Por el camino, se ha cruzado el grave problema de la competencia con la Premier League, que acaba de firmar un contrato multimillonario adelantándose a la liga española. Esta carrera negociadora, que alcanza cerca de cuatro mil millones de euros, deja nuestro campeonato en un segundo lugar a la hora de negociar y le impide hacerlo desde una postura más fuerte puesto que los compradores ya tienen la Premier y el esfuerzo económico se ha ido en la competición inglesa. España tendrá que darse prisa y, aun así, irá a remolque de la que consideran la mejor liga del mundo. A la competición española, se ha equiparado prácticamente la Bundesliga, debido a su nueva política, a la asistencia masiva a los campos y a la baja de precios de las localidades.
Los clubes han hecho ademán de amenazar con una huelga pero, para empezar, cabe preguntarse conforme a Derecho si el Estado puede y debe regular la venta de unos derechos de marcada titularidad privada. Por descontado, nadie se imagina al Parlamento repartiendo los ingresos del pastel televisivo y mucho menos en un año marcado por diferentes convocatorias electorales. Por ello, parece razonable pensar que los clubes viven en un estado de enorme excitación y que, si no se les da lo que se les ha prometido, el fútbol español puede convertirse en un peligroso polvorín.
Gaspar Rosety