10 Jun, 2014

Espinas para Iker

Todas las personas se han sentido,  alguna vez,  incómodas en sus empresas. Por razones o sinrazones, ha habido momentos dolorosos por los que hemos atravesado los caminos de la injusticia, la soledad, la impotencia, la soledad y el temor a la destrucción. Iker Casillas, el mejor portero del mundo, el capitán de la Selección española, el hombre que levantó dos Eurocopas, una Copa del Mundo,  una Champions League, Intercontinentales, Supercopas, Ligas, Copas del Rey y  mil trofeos, no ha sido excepción y,  en lo que debía ser un camino de rosas, hubo también espacio para las espinas.iker

Desde que lo sacaron del colegio para viajar a Noruega hasta la gran noche de Lisboa, Iker ha conocido en propias carnes el éxito sublime, el honor de la victoria y también el sufrimiento y un cierto grado de incomprensión. A pesar de que su conducta en estas fases de dolor resultó siempre brillante y ejemplar, llena de dignidad, respeto y compañerismo, no por ello supuso menos martirio. El último año y medio se ha hecho muy largo para él y para quienes lo seguimos y lo queremos, para quien lo protagoniza y para quienes sentimos por él un afecto especial, tanto personal como profesional.

Es verdad que la formación de su familia, el nacimiento de su hijo Martín,  y los éxitos en las competiciones en las que tomó parte,  ayudaron seguramente a atravesar ese desierto de  almas huecas. Sin embargo, por muy lejos que adelantes tus ojos hacia el infinito, como si desearas saltar la línea del horizonte, siempre habrá un poso de amargura y una pregunta volará por tu mente, sin piedad alguna: ¿Por qué?

Habrá más de una respuesta para esa interrogación pero todas harán más daño y rasgarán un poco más el corazón de quien padece. Mantiene su vida activa y luchadora porque se sabe querido, quizá el más querido. Y el amor del público, ya se sabe, sostiene con aliento a escritores, actores, deportistas o pintores.  Lo cierto es que llega un día, o una noche, en la que los seres humanos nos vemos obligados a tomar una decisión. ¿Qué quiero hacer con mi vida? Y, por más canciones que lo arrullen, por más cumplidos que le regalen los oídos, el ser humano se detiene, medita una idea, reflexiona sobre ella, la debate consigo mismo  y sus personas amadas y termina por tomar una decisión.

 A veces, uno piensa que, decida lo que decida, se equivocará; o al revés, que haga lo que haga, acertará. Habrá llorado ya mucho, por las alegrías y por las tristezas, por las emociones incontenibles, por la gloria, el honor y el ejemplo que entraña para muchos.  Quiero a Iker, aprecio y admiro al mejor portero que he visto en mi vida, con algunos nombres más que no hacen al caso. Tengo la certeza de que sabe lo que quiere y sólo puedo desearle que acierte. Sabrá tomar la decisión más correcta, entre lo que pide la cabeza y lo que exige el corazón, entre los pétalos suaves y aromáticos y las espinas que los embellecen.