Asturias ha dado el primer paso en la defensa de los intereses del fútbol modesto, tras sufrir una y otra vez los acosos de un intervencionismo galopante. La intromisión de los poderes públicos en el funcionamiento interno de una institución de naturaleza privada así como el ánimo de cercenar el buen funcionamiento del deporte protegido por la Constitución, han llevado al fútbol a un rincón oscuro y lóbrego donde la desaparición de directivos aumenta cada día.
Maximino Martínez, presidente de la Real Federación de Fútbol del Principado de Asturias, viene avisando desde hace mucho tiempo que las trabas son cada vez mayores para el desarrollo del fútbol modesto. En estos tiempos en los que los problemas protagonizan la vida diaria de los españoles, conviene reflexionar sobre la actuación de nuestros políticos para no causar más daños. La clase gobernante ha sido elegida para resolver los problemas y no para crear nuevas y añadidas dificultades.
A todos nos duele ver cómo pueden empezar a desaparecer clubes de fútbol base, de los que fomentan la actividad física y el deporte, de los que educan a nuestras generaciones venideras, de los aportan aire fresco a los valores de la sociedad. No es momento de intereses personales sino de enhebrar la aguja del bien común y tomar la decisión que más beneficie a todos. Donde hay un problema, el político inteligente pone una solución; en cambio, el tonto, prefiere añadir otro problema. Estamos a tiempo. Pido una reflexión que impida caer en el error de hacer el trabajo sucio a quienes nos quieren desde el egoísmo. Con la que está cayendo, sólo nos faltaba complicar el fútbol.