21 Dic, 2015

Jesús Samper, in memoriam.

El fallecimiento de Jesús Samper nos ha cogido por sorpresa pues, aunque su salud no era la de un veinteañero, su vitalidad y su fuerza ahuyentaban cualquier fantasma del futuro. A sus sesenta y cinco años, pletóricos de ideas y de pensamientos empresariales, a sus ideas constantes para reflotar una gran nave como es Santa Mónica Sports, unió siempre el afán por afrontar nuevo proyectos tanto lejos como cerca de casa.DOCU_VERDAD

Su carrera, iniciada en los últimos años de Santiago Bernabéu y Raimundo Saporta en el Real Madrid de finales de los setenta, le confirió un gran bagaje de sabiduría y experiencia y fue, sin ninguna duda, el padre de los derechos audiovisuales en el fútbol español. Desde su preeminente puesto de mando al frente de la Liga Profesional, Jesús Samper se hizo con las riendas del fútbol y del gran negocio de las televisiones. No ha habido nadie, ni lo volverá a haber, que sepa tanto de televisión y fútbol como él.

Más tarde probó fortuna con el fútbol profesional, compró el Real Murcia, del que ha sido  presidente hasta su fallecimiento, y renovó una ciudad como Murcia con un estadio excepcional y una nueva cara del urbanismo murciano. Modernizó la urbe y el club, contó con el apoyo de pocos y la envidia de muchos que sólo veían en el “a un chico de Madrid”. Sin  embargo, llevó al Real Murcia a momentos de grandes éxitos y de tremendos sufrimientos. Se enfrentó a la Liga y su amigo Tebas lo bajó a Segunda B.

Personalmente, he perdido un gran amigo, una persona muy cercana, muy querida, me rodea una de esas sombras que llenan la vida de penas y melancolías y siempre lo tendré en mi corazón como un referente profesional y un excelente directivo del fútbol internacional pero, también, y sobre todo, como la persona que siempre supo entender a un joven principiante y enseñarle lo que no podía aprenderse en las aulas de la vieja Universidad. Descanse en paz, y que sus amigos, familiares y compañeros reciban todo el cariño que el fútbol les quiere hacer llegar.  Es el regalo de la lealtad que él siempre mostró a los demás.