Masu Small Things es un centro de psicología clínica, terapia familiar y formación en el centro de Madrid. La idea es que si desde la psicología pueden ayudar a la gente a ser más feliz, lo hacen. Además, se dedican a la formación a la vez que organizan sesiones sobre cine, música y arte. En palabras de la fundadora y directora del centro, «es un lugar de encuentro entre la gente para compartir sentimientos, vida y experiencias».
Masú es una persona que transmite paz y tiene una esencia bonita cuando habla. Cercanía, cariño y empatía es lo que nos hemos encontrado en La Azotea de Madrid 365.
Organizáis eventos, además de realizar terapia, ¿no?
Sí, sí, tenemos un curso de música que ya va por la segunda edición y que es un éxito total. Lo que buscamos es hacer que la gente se sienta bien y se llenen unos de otros. Cada uno ve y se queda con lo que le llena más. El arte es un punto en común para muchas personas por eso nos reunimos para hablar de cine, música, nuestro Club de Lectura…
Evidentemente la base es la terapia. También tenemos grupos de terapia, grupos de crecimiento personal, hasta grupos de adolescentes. Tocamos un poco distintas áreas.
También ponéis vuestro mágico jardín a disposición de cualquiera, ¿cómo surge?
La historia se remonta al día de la inauguración del centro. Convoqué a un grupo bastante numeroso de amigos entre los socios que formamos esto y, durante el evento, una de estas amigas, Teresa, dijo: yo os digo una cosa, aquí me siento como en paz con la vida.
Ese comentario se nos quedó y dijimos «¿este sitio nos lo tenemos que reservar solo a nosotros o podemos compartirlo con gente y podemos hacer llegar a la gente como un lugar de paz?» Es cierto que es un jardín que algo tiene que te hace sentir bien. Aparentemente es un jardín sencillo, con mesitas y alguna planta, pero tiene algo mágico. Es un lugar de paz.
Recuerdo una vez una paciente que vino y que, meses después, al darle el alta, me preguntó si podía seguir viniendo de vez en cuando al jardín. Yo obviamente le dije que sí.
Es un lugar muy coqueto, chiquitín, pero con capacidad para 40-50 personas. Entonces es un lugar donde juntas a la gente importante o con la que quieres estar. Eso hace que te libere.
Una de las frases que os representa es la frase de Santa Teresa de Calcuta “No podemos hacer grandes cosas, solo cosas pequeñas, pero con gran amor”, ¿por qué os representa?
La esencia es querer ayudar. Querer llevar y transmitir el bien, el lado bueno de las cosas. Es muy bonito el querer cambiar a lo grande, pero es pretencioso y yo creo que humanamente poco alcanzable. En cambio, como que con los granitos de arena que nosotros tratamos de poner, pues son pequeños acercamientos a dar, pequeños empujones para el bien de la gente. Es trasladar algo bueno de ti al otro. A la vez también nos damos el empujón a nosotros, porque redunda también en nosotros. Entonces, pues desde hace muchos años esa frase de Teresa de Calcuta está ahí, bombeando en nuestro cerebro, en nuestro corazón, la idea de dónde vamos, qué pretendemos.
No podemos hacer grandes cosas, que somos humanos, pero sí que podemos hacer pequeñas cosas que no es que vayan a transformar nada, pero si no las hacemos, pues se quedan sin hacer.
¿Qué tips o consejos darías para ser un poco más feliz?
La clave es que nuestra vida tenga sentido. No es que nos pasen muchas cosas buenas o que nuestra vida sea sencilla. Pero si cada cosa que hacemos tiene que ver con trasladar amor.
Por ejemplo, el hecho de acompañar a un amigo en un tanatorio, en su sufrimiento, es algo que te puede hacer sentir feliz y bien por estar donde quieres estar, acompañando a un amigo. Ayudar a que esa persona tenga un poco más de paz, transmitirle cariño, sonreírle…
Es decir, en este momento, el lugar donde más te gusta estar en el mundo, es ahí, acompañando a ese dolor.
Últimamente se habla mucho de salud mental… Todo el mundo atraviesa duelos, problemas de autoestima… ¿cada vez está más a la orden del día tratar el tema?
Me cambió la vida para bien cuando fui a terapia. Si yo de verdad ayudo a la gente es porque estuve al otro lado. Entonces cuando la gente me cuenta lo que sienten es que yo lo he sentido igual. Aprender a ayudar a aceptar la pérdida para mí consiste en aprender a aceptar la pérdida de la parte física de esa persona que tú quieres tocar, besar, escuchar y no puedes, pues hay que ir hacia otro lugar y aprender a tener una presencia espiritual que puede ser desde el ámbito espiritual quien sea religioso o no, pues como esa memoria del corazón que va contigo hasta el final de tu vida. Lo complicado no es el duelo en sí, sino la personalidad de cada uno: la seguridad, la autoestima, la humildad, la confianza y el pensamiento positivo son claves para el duelo.
Hacéis un modelo de intervención que os hace diferentes, ¿cómo es?
Nuestro modelo es un modelo que todavía no tiene nombre pero si quieres lo llamamos modelo Small Things. Llevo trabajando muchísimos años, he ido cogiendo técnicas de los distintos modelos que en realidad me van valiendo para la necesidad de cada paciente. Encasillarme en uno ya me cuesta porque cada paciente necesita algo diferente.
Para nosotros es fundamental la base de que mucho del sufrimiento que tenemos se desarrolla en casa, en la familia,… entonces sí nos centramos mucho en la parte del entorno en el que vive, en la terapia familiar. Y, a partir de ahí utilizamos todas las técnicas de todos los modelos que sintamos que nos pueden valer.
También el trato con el que recibimos al que viene a nuestra casa. La persona no llega a un centro de psicología normal, no llega a una clínica normal, la apariencia de nuestro centro es una casa. Lo que pretendemos es que ellos se encuentren en un lugar de acogida donde puedan de verdad descansar de su dolor, de su sufrimiento. Donde puedan encontrar un espacio para transformarlo.
Nuestro modelo es diferente a lo que se ve en la facultad, nos acercamos al paciente mucho más sin perder el rigor profesional. Si siento que quiero dar un abrazo a un paciente en un momento concreto porque siento que lo necesita, se lo doy. Ese tipo de acercamiento ayuda.
Por ejemplo, nosotros despedimos a nuestros pacientes con un par de besos porque después de habernos abierto sus corazones, después de habernos sentado como metafóricamente en el salón de su casa y haber invadido de alguna manera su dolor, pues yo me despido con dos besos.
Quizás el hecho de que tú hayas recibido terapia anteriormente, ¿ayuda a esa cercanía que generas?
Al final es que es verdad también que cuando has estado al otro lado sabes lo que es abrir tu corazón a alguien y sabes que no es fácil permitirle que entre, no es fácil. Hay una frase por ahí que dice que ayudar a otros a ser más felices, es un honor; permitir que otros entren en tu vida para ayudarte, es una pasada pero ayudar a otros a que entren en su corazón para cambiar su propia vida eso no hay profesión que lo mejore.
¿Qué sientes cuando te vas a la cama sabiendo que has ayudado a alguien en su progreso personal?
Yo siento que Dios me ha concedido un don y mi responsabilidad es usarlo. Tengo una habilidad, con técnica y con mucho estudio y con mucha práctica que si puede valer para que alguien sea más feliz, pues siento como que he hecho lo que hicieron conmigo también.
¿Cómo es eso de haber estado en los dos lugares de la mesa?
Para mí es clave y fundamental. Todos mis colaboradores han estado a los dos lados. Porque equivocadamente el psicólogo no puede considerarse como una atalaya que puede, desde la distancia emocional, ayudar a resolver a que la otra persona resuelva su vida. Pero creo que es importantísima la humildad de dejarte tocar, dejarte a veces tocar las narices, que de las cosas que te van a tocar el corazón y permitir que otro entre en tu vida para ayudarte cambiar cosas y a transformar creo que es la variable fundamental por la que nosotros podemos tener, digamos, éxito profesional, porque de verdad nos podemos acercar al paciente desde el lugar donde él se siente, porque nosotros lo hemos vivido así. No hace falta haber pasado por lo mismo que el paciente para poder entender bien lo que significa estar en una terapia en el lado de quien recibe la ayuda.
Cada vez es más natural hablar de la Salud Mental y se avanza, pero aún queda mucho camino por recorrer, ¿no?
Es verdad. Todo lo que implica sufrimiento del corazón y muchas veces del sistema nervioso, no es fácilmente observable, es decir, lo que yo sufro cuando un amigo me da la espalda no sale en una radiografía. Entonces no se puede validar. Pero es un dolor que me condiciona la vida, de hecho, yo en la Facultad de Psicología muchas veces en clase que se dice que la psicología es la ciencia de la conducta pues cada vez insisto más en la idea de que además también es la ciencia del alma y del corazón, porque el sufrimiento se nota en la conducta, pero se sienten el corazón, en el alma. Entonces, al final, la salud mental, entendida como un mimo a la persona pues no es solo con las personas que tienen una enfermedad mental, una esquizofrenia, una paranoia, una histeria, o que necesitan un tratamiento farmacológico validado por un psiquiatra, sino a través de un psiquiatra y con cierto apoyo psicoterapéutico.
Salud mental es también que yo sepa decir «no» o que yo me mire al espejo y, aún reconociendo aspectos de mí, que puede que no me gustan mucho, sienta afinidad con lo que veo y pueda sentirme contenta conmigo. O salud mental también es mimarme sin sentirme culpable, por mimarme un poco o no, y buscar tener relación con personas que me nutran y que aporten algo bueno a mí y que sumen a mi persona. Que sumen. Y poder decir «no» sin sentirme mal. Hay que hacer lo que uno siente y respetar su manera de ser.
¿Cómo podemos seguir avanzando en la salud mental?
Pues fíjate, yo ahí lo tengo clarísimo. Creo que haciendo un trabajo precioso, que sería la educación en valores y en emociones, desde la más tierna infancia. O sea, cuando los niños crecen entendiendo bien lo que es la inteligencia emocional. Lo que significan las emociones, lo que representa sentirlas y lo importante que es expresarlas. Las lágrimas son el betadine del alma. Y llorar una emoción de tristeza para un niño es algo sagrado. Si él se siente bien haciéndolo, es genial. Pero además, nombrar las cosas, no enseñar a los niños a nombrar las emociones, a verbalizar qué es lo que tienen dentro. Y así no acaban con obsesiones, ni con pensamientos rumiales, sino como dar voz a lo que hay en el corazón. Yo creo que esa es la clave. Y sin duda se empieza desde casa y desde la escuela.
¿Se debería dar Inteligencia Emocional desde el cole?
Si eso pasara me haría muy feliz y ya podría dedicarme a la cerámica o a la música.
¿Se está trabajando y “normalizando” el hecho de decir “voy al psicólogo”?
Igual que necesitamos a alguien que nos ayude porque tenemos un problema en la vista o porque nos duele pues también normalizar que uno no tiene que resolver solo sus dificultades emocionales y que es genial que haya profesionales que te dan la mano y te ayuden a que tú puedas resolver los pequeños bloqueos que pueda tener tu corazón.
Entonces entender que es igual de lícito que cualquier otra profesión. ¿Por qué no podemos resolver bien solos un dolor de espalda y no pasa nada por ir al traumatólogo y tomarte la pastillita de turno? Y si tenemos que resolver solos un problema de autoestima.
Pues no, si es que no podemos a lo mejor necesitamos que alguien nos ayude.
Hablando de ayuda, aquí, en Madrid ¿cuáles son los lugares que crees que pueden ayudar a desconectar del ritmo que llevamos?
Buff, yo creo que cualquier sitio es un lugar que podría ayudarnos. Creo que depende más de las personas que te encuentres en ese sitio que del lugar en sí. Y luego entiendo que cualquier lugar que conecte con la belleza entendiendo que por la estética tan personal que tenemos cada uno, no cada uno encuentra la belleza en el mismo lugar. Entonces, como buscando espacios donde podamos conectar con la belleza.
Para mí es clave respirar, sintiéndote que lo que ves, lo que escuchas, lo que tocas, lo que percibes, es algo que te lleva a algo bonito.
Y para finalizar, ¿cuál es tu sitio en Madrid?
Mi casa. Mi jardín. Sentarme en mi casa y saber que es un lugar bonito y donde ocurren cosas bonitas.