Hace cuatro años, en el estadio Moshes Madiba de Durban, en las orillas del Índico surafricano, España eliminó a Alemania. Al terminar el partido, le comenté a Antonio Domingo Muñoz, compañero y extraordinario periodista de la RFEF, que habíamos eliminado al campeón de la Copa del Mundo Brasil 2014. También dije que los dos mejores futbolistas de Löw eran Schweinsteiger y Müller, 26 y 21 años respectivamente. Hablar por hablar.

Müller ha sido, junto con Neuer y Schweinsteiger, el mejor futbolista del Mundial, con diferencia notable respeto a los demás y Alemania justa campeona por fidelidad a su filosofía y a su estilo, instalados por Jürgen Klinsmann y llevados al límite por un extraordinario Joachim Löw. La posesión nunca es estéril porque lleva implícita la organización defensiva y, cuando se combina con profundidad y velocidad, resulta mortal para el adversario y espectacular para el espectador. Estaba seguro de que Alemania ganaría. Cuando mis amigos argentinos me dijeron “no nos tenés fe”, tenían razón.

Sabella hizo cambios que mi amigo Javier Molinero, desde “Belaunde 22”, donde se ve el fútbol como en el estadio, llama la “Gagoterapia”. Entrañan mensajes de derrota. Alemania fue a por el partido; en realidad, fue a por el título desde el primer día. Usó las mismas armas que España en 2010 y ello debe animarnos a pensar de forma positiva.

Nuestro estilo y mentalidad son correctos. Para España, han quedado algunas e importantes enseñanzas. Hemos ganado tres torneos de cuatro, entre Eurocopas y Mundiales y nada debe alejarnos de la ruta de la Selección, la verdadera vía hacia el éxito y la victoria. El futuro depende de nosotros. Sólo de nosotros.