Querido Maestro:
Te habla una aprendiz, una alumna, una amiga…
El 6 de marzo callaste todas las emisoras con la triste noticia de que tu voz, la voz de la radio deportiva española se había ido… había decidido apagarse para irse lejos, muy lejos.
En ese momento el periodismo y la radio empezaron a llorar por tu ausencia pero siempre recordando tus mejores momentos y tus experiencias vividas en este maravilloso lugar llamado mundo. Porque si alguien era capaz de hablar del mundo ese eras tú. Qué de historias, cuántas experiencias y cuántas anécdotas…
Era pronto para que te marchases, mucha gente quería aprender de ti al igual que mis compañeros y yo tuvimos la oportunidad. Porque ahora… ¿Qué será de una clase de radio deportiva o de periodismo deportivo sin el gran Gaspar Rosety?, ese al que veías entrar por la puerta con rostro serio, su móvil y siempre, con dos botellines de agua. En ese momento no éramos capaces de decir ni “mú” pero luego terminaba siendo todo lo contrario.
Ahora no será tu voz la que cuente esas anécdotas con las que tanto y tanto disfrutabas y nos hiciste disfrutar a nosotros.
Querido Maestro, escribo esta carta con un dolor terrible porque te has marchado pronto y porque todavía me quedaban y nos quedaban muchas cosas que aprender de ti.
Querido Maestro, nunca dejes de enseñar desde ahí arriba porque lo haces maravillosamente bien. Muchas veces me preguntabas: “Marta, ¿has aprendido con la clase de hoy?” y mi respuesta era rápida y además apoyada con fundamentos que te demostraban que realmente había aprendido.
Querido Maestro, no te haces una idea de cuantísimo aprendí y no solo de periodismo deportivo. Cumpliste tu objetivo como me dijiste en un par de ocasiones… también aprendí de la vida.
Y sí, eras buena persona y eso entre otras cosas te convirtió en un gran profesional. Y he tenido mucha suerte porque como repetías con esa gran voz (que como bien orgulloso contabas, heredaste de tu padre), “eras el amigo con mayores experiencias vividas que pude tener”.
Pero nuestra relación y la relación con casi todos tus alumnos no solo quedaba entre cuatro paredes de un aula de esta universidad… no eras de los que impartía su asignatura y se marchaba y hasta el próximo jueves no volvías a saber de él.
Que va, tu teléfono siempre estaba disponible para mi o para nosotros. Daba igual que día de la semana fuese y que problema hubiese que si de Gaspar Rosety dependía eso siempre iba a tener solución.
Gracias por haberme enseñado otras caras del periodismo que no conocía. Gracias a ti y a tu gran amigo Luis, por haberme enseñado a adorar la radio. En parte que quiera vivir de la radio y que me haya enamorado locamente de esos micrófonos desde los que se habla y cada oyente se imagina tu cara, es culpa tuya.
Gracias por todas esas palabras de apoyo y de cariño, gracias por haber confiado siempre en mi y por querer hacerme creer que si seguía adelante como lo hago iba a llegar lejos. Esas palabras dan mucha fuerza viniendo de un gran profesional como eres y hablo en presente porque para los que te recordamos no te has ido y nunca te irás. Siempre siempre, seguirás vivo en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Querido Maestro, llega el momento de desearte que descanses en paz y de decirte que cuides de tu familia. Cuida de tu mujer y de tus maravillosas hijas que por fortuna son mis amigas y por eso te prometo que yo también cuidaré de ellas.
Querido Maestro, solo tengo palabras de agradecimiento. Gracias por tanto, de verdad. Te prometo que aunque no estés para enseñarme o enseñarnos seguiremos aprendiendo y creciendo. Te prometo que conseguiré quitarme el acento gaditano y pronunciando todas las “s” detrás de los micrófonos pero como decías con la condición de que cuando salga del estudio siga teniendo este acento andaluz que tan natural te parecía.
Gracias Maestro, el cielo gana una gran persona y un gran periodista. Gracias por tus oportunidades, por las puertas que nos has abierto y que siempre se han aprovechado. Sigue narrando partidos y cantando goles desde arriba porque nadie mejor que tú podrá hacerlo. Hazles disfrutar de ti como nos has hecho a los que hemos tenido la suerte de coincidir contigo en la vida.
Querido Maestro, descansa en paz.
Con todo el cariño del mundo; Marta, para ti “la de Cádiz”.