Los italianos mienten con corbatas de seda y trajes de firma. Esconden sus habilidades, sus armas, bajo elegantes gabardinas y disparan a quemarropa cuando alguien espera lo contrario. En todas las películas, hay un italiano controlando los barrios, los negocios, los dineros o las ilusiones. Esta vez, han pretendido hacer lo mismo con el fútbol y se han disfrazado de ovejas para darle el mordisco del lobo a la primera del rebano. La oveja grande se llama España, campeona de Europa y del Mundo, verdugo de los italianos en 2008 y testigos de su decadencia en 2010.
SPORTYOU – Lobos con piel de cordero.
Sin embargo, Italia se ha renovado, ha cambiado veteranos por más jóvenes y mantiene un espíritu competitivo difícilmente superable. Tan sólo Argentina es capaz de poner en la hierba lo que ellos entregan. Prandelli y Buffon, especialmente, han hecho hincapié en la superioridad espanola. Eluden así sus responsabilidades y esconden las verdaderas ansias de vendetta, algo innato en el italiano, que les produjo aquella tanda de penaltys en la que Iker Casillas deslumbró y colocó a Buffon en el segundo puesto del podio mundial de porteros, con recado incluido para los admiradores del transalpino que fumaba cigarrillos cuando jugaba en el Parma.
En el fútbol, es viejo el método de disfrazarse de modesto o humilde cuando en verdad no lo eres. Italia nos derrotó en Bari en agosto pasado. En Gdanks, la responsabilidad de Espana siguie siendo la de ganar jugando al fútbol como los ángeles. Y eso, es verdad, eso no lo hacen los italianos, que siempre ganan entre bostezos. Pero ganan. La humildad es española. No se vende.